Dice el Martirologio: "Memoria de San Isidro, labrador, que en Madrid, en el reino de Castilla, juntamente con su mujer, Santa María de la Cabeza o Toribia, llevó una dura vida de trabajo, recogiendo con más paciencia los frutos del cielo que los de la tierra, y de este modo se convirtió en un verdadero modelo del honrado y piadoso agricultor cristiano".
San Isidro nació en Madrid. Sus padres eran pobres, y no pudiendo enviar a su hijo a la escuela, se encargaron ellos mismos de inculcarle conocimientos junto con la fe y la piedad cristiana. Siendo aun muy joven, Isidro entró, como labrador, al servicio de un rico propietario de Madrid. Tanto él como su esposa eran muy piadosos y generosos con los pobres. Un par de episodios de la vida de San Isidro se repiten abundantemente en su iconografía y explican el mural que acabamos de ver.
Isidro era muy piadoso; se levantaba muy temprano todos los días para ir a misa. Algunos de sus compañeros lo acusaron de que llegaba tarde al trabajo por ir a la iglesia. Su patrón, para averiguar la verdad, lo siguió personalmente y comprobó que las acusaciones eran verídicas; pero cuando estaba por reprender a su empleado, vio con gran sorpresa que una yunta de bueyes, guiada por un desconocido, araba el campo. Comprendió así el patrón que el Señor suplía el trabajo del labrador, que no quedaba sin hacer. Otras personas atestiguaron también que habían visto cómo los ángeles ayudaban a San Isidro.
En un frío día de invierno, Isidro transportaba una bolsa de grano, cuando vio una bandada de pájaros acurrucados en las ramas de un ´+arbol, con hambre y frío. Enseguida abrió la bolsa y les echó a las aves la mitad de su contenido. Pero cuando llegaron al sitio de la siembra, la bolsa estaba llena y la semilla produjo en la cosecha el doble de lo acostumbrado.
La gran pintura se exhibe en la iglesia dedicada en Buenos Aires a San Isidro Labrador. Tomé las fotos en abril pasado.
Próxima entrada: 16 de mayo, San Posidio
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