9 de octubre de 2017

9 de octubre: San Héctor Valdivielso Sáez

Héctor Valdivielso Sáez nació en Buenos Aires (en el barrio de Boedo) el 31 de octubre de 1910;  fue bautizado en la iglesia de San Nicolás, ubicada donde se encuentra hoy el Obelisco.

Era hijo de padres españoles, procedentes de Burgos. Siendo apenas un niño, sus padres regresaron a España, y él con ellos.

En España, cuando aun no había cumplido 12 años, ingresó en el aspirantado de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. 

En 1926 inició el noviciado; recibió el hábito el 6 de octubre y tomó el nombre de Benito de Jesús, como era costumbre en la época. Pronunció sus primeros votos un año más tarde.

Después estudió Magisterio. En 1929 fue destinado al colegio de Astorga, en León. Allí colaboró con los grupos apostólicos del Colegio, como los «Tarsicios» y trabajó como promotor de prensa.

En 1933 fue destinado a Turón, en Asturias. En la escuela del lugar los lasallanos educaban a hijos de mineros.

Aquellos tiempos eran muy tristes para España y, sobre todo, para la Iglesia. El odio y la lucha de clases eran avivados por las autoridades y por los nacientes grupos de izquierda, con constantes ataques a la religión católica, a los símbolos religiosos y en especial a los sacerdotes y religiosos.  En Asturias tuvo lugar en octubre de 1934 una "revolución" de inspiración marxista,  durante la cual, en apenas quince días, fueron asesinados 33 sacerdotes y destruidas 17 iglesias. En ese contexto se produjo el martirio de Héctor Valdivielso Sáez.

Durante la noche del 4 al 5 de octubre de 1934, al estallar esa revolución,  fueron detenidos los sacerdotes que había en Turón. Las fuerzas marxistas irrumpieron luego en la casa de los lasallanos, que estaban a punto de comenzar la misa, y detuvieron a los ocho religiosos y al sacerdote que estaba con ellos. Primero los trasladaron a la cárcel instalada en la "Casa del Pueblo", donde estuvieron hasta el 8 de octubre. El 9 de octubre a la una de la mañana, fueron sacados de la cárcel a punta de pistola, les confiscaron sus bienes, y los trasladaron, engañados, al cementerio local. Allí fueron asesinados a sangre fría, a escopetazos, los ocho hermanos lasallanos (entre los que se encontraba Héctor, que no tenía todavía 24 años), el padre Inocencio, pasionista,  y dos jefes de carabineros.

Ese mismo día, 9 de octubre de 1934, comenzaba en Buenos Aires el Congreso Eucarístico Internacional, que marcó un verdadero renacimiento del catolicismo argentino, y fue un hito a partir del cual se inició una nueva etapa de la historia de la Iglesia en nuestra Patria.

Héctor Valdivielso Sáez (o Benito de Jesús) fue el primer nacido en la Argentina en merecer el honor de los altares. Fue beatificado el 29 de abril de 1990 y canonizado el 21 de noviembre de 1999 con el grupo de los llamados "Mártires de Turón",  junto con los otros siete Hermanos de las Escuelas Cristianas y el sacerdote pasionista ejecutados por odio a la fe:
San Cirilo Beltrán, nacido José Sanz Tejedor.
San Marciano José, nacido Filomeno López López.
San Julián Alfredo, nacido Vilfrido Fernández Zapico.
San Victoriano Pío, nacido Claudio Bernabé Cano.
San Benjamín Julián, nacido Vicente Alonso Andrés.
San Augusto Andrés, nacido Ramón Martín Fernández.
San Aniceto Adolfo, nacido Manuel Seco Gutiérrez.
San Inocencio de María Inmaculada, sacerdote pasionista nacido Manuel Canoura Arnau.



Dos fotografías del mismo cuadro ilustran la entrada de hoy: las tomé en dos ocasiones diferentes en la iglesia de San José de Calasanz, en cuya jurisdicción parroquial nació San Héctor. La imagen reúne varios elementos de gran simbolismo: la cruz del Congreso Eucarístico de 1934, la antigua e histórica iglesia de San Nicolás (demolida más tarde para abrir la avenida Nueve de Julio), el  ámbito geográfico del apostolado y del martirio de San Héctor, y al santo, con el hábito lasallano, portando la palma del martirio y en actitud de enseñar a un niño. A la izquierda se ve un resumen de la vida de nuestro santo compatriota.

En la ceremonia de canonización dijo San Juan Pablo II (el destacado obviamente es nuestro):
La fe en Cristo resucitado hace posible el compromiso y la entrega de tantos hombres y mujeres en la transformación del mundo, para devolverlo al Padre:  "Así Dios será todo para todos".Este mismo compromiso es el que animó al hermano Cirilo Bertrán y a sus siete compañeros, Hermanos de las Escuelas Cristianas del Colegio "Nuestra Señora de Covadonga", que habiendo nacido en tierras españolas y uno de ellos en Argentina, coronaron sus vidas con el martirio en Turón (Asturias) en 1934, junto con el padre pasionista Inocencio de la Inmaculada. No temiendo derramar su sangre por Cristo, vencieron a la muerte y participan ahora de la gloria en el reino de Dios. Por eso, hoy tengo la alegría de inscribirlos en el catálogo de los santos, proponiéndolos a la Iglesia universal como modelos de vida cristiana e intercesores nuestros ante Dios.(...)Todos ellos, como cuentan los testigos, se prepararon a la muerte como habían vivido:  con la oración perseverante, en espíritu de fraternidad, sin disimular su condición de religiosos, con la firmeza propia de quien se sabe ciudadano del cielo. No son héroes de una guerra humana en la que no participaron, sino que fueron educadores de la juventud. Por su condición de consagrados y maestros afrontaron su trágico destino como auténtico testimonio de fe, dando con su martirio la última lección de su vida. Que su ejemplo y su intercesión lleguen a toda la familia lasaliana y a la Iglesia entera.

Próxima entrada: 12 de octubre  (Nuestra Señora del Pilar)

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