27 de septiembre de 2018

27 de septiembre: San Vicente de Paúl

«La memoria obligatoria de San Vicente de Paúl, muerto en París el 27 de septiembre de 1660 y canonizado en 1737, ha sido trasladada a su dies natalis de la fecha anterior del 19 de julio (...).
Vicente de Paúl, nacido en Pouy (Gascuña, cerca de los Pirineos) el 24 de abril de 1581, de una familia de humildes labriegos (...)  se ordenó sacerdote a los diecinueve años (1600), esperando que el oficio eclesiástico le sirviese para medrar socialmente. Se estableció en París (1608) en busca de un beneficio, después de haber sido prisionero de los mahometanos por dos años, en Túnez, capturado por los piratas, y de haber convertido a un renegado, su patrón de esclavitud. 
En la situación social de aquel siglo, azotado por la peste y el hambre, Vicente fue aconsejado por el padre De Bérulle (gran teólogo y luego cardenal), que lo guió en el camino del espíritu, a que asumiera primeramente la cura pastoral de una parroquia junto a París (1612), en Clichy, donde reunió en torno suyo no a sus parientes, sino a un grupo de jóvenes entre los que se encontraba su primer seguidor, Antonio Porail; y luego que se hiciera capellán (preceptor) de una familia de la alta aristocracia (Felipe Emanuel de Gondi), que tenía como en cura la diócesis de París (trasmitida de tíos a sobrinos) y era almirante de la flota del Mediterráneo.
Permanecerá con los Gondi doce años, durante los cuales sufrió interiormente por cuatro años (1612-1616) una grave tentación contra la fe, que tuvo cierto influjo sobre su vida de perfección. En su servicio en las galeras, desde 1618 y con el título de capellán real, desempeñó un intenso apostolado entre los hombres que trabajaban en los navíos, descendiendo a las bodegas de aquellas cárceles flotantes y junto con la célebre "Compagnie du Saint-Sacrament" trató de confortarlos.
En 1617 se produjo un viraje que marcará su vida de misionero de los campesinos pobres, porque a la cabecera de un labrador moribundo, monsieur Vincent (como se le llamaba entonces) percibió la sacramentalización en la Iglesia de su tiempo. Su huida de París (1617) para hacer de párroco en Chatillon-les-Dombes sigue sin explicar; pero él hizo allí su nueva experiencia pastoral, convirtiendo a un conde duelista empedernido; y sobre todo tuvo la posibilidad de intuir, frente a una familia enferma a punto de morir de hambre, que era menester organizar una ayuda de modo sistemático. Para ello reunió a grupos de asistencia, que fueron las Confraternidades de la Caridad (Confréries de la Charité), de las que luego saldrá la Compañía de las Hijas de la Caridad. 
En 1619 conoció a San Francisco de Sales y a Santa Juana de Chantal, y se convirtió en superior de los monasterios de la Visitación de París (desde 1622), manteniendo este cargo hasta su muerte. En 1625 reunió a los primeros compañeros para que le ayudaran en las misiones en favor de los campesinos de las campiñas, sentando las bases de la Congregación de la Misión, formada por sacerdotes y hermanos, que tuvo el reconocimiento romano en 1633, estableciéndose más tarde en el priorato de Saint-Lazare. Los sacerdotes de la Misión, a quienes el pueblo llamará lazaristas por su barrio de residencia, hubieron de dedicarse también a la preparación del clero, carente de formación intelectual y sobre todo moral. En 1633 reunió a las primeras doce muchachas en torno a una penitente suya, Santa Luisa de Marillac (+ 1660), a fin de dar una forma más estable y mejor organizada a la Confraternidad de las Dames de la Charité, para la atención de las masas proletarias de la ciudad especialmente durante la terrible guerra de los treinta años. En lugar de estar en el claustro, debían acudir a las casas de los enfermos. Su fama era conocida en París, hasta el punto de que la regente Ana de Austria lo nombró miembro del Consejo de Conciencia (que se ocupaba de los nombramientos eclesiásticos) con el cargo de ministro de la caridad; pero luego abandonó este cargo por la oposición primero de Richelieu y luego del mismo Mazarino. Además de las dos principales instituciones ya nombradas, añadió a las Damas de la Caridad también la rama masculina de los Siervos de los Pobres. De estas obras surgieron posteriormente las Hermanas de la Caridad de San Antidas y las Conferencias de San Vicente, fundadas por el Beato Federico Ozanam (1813-1853) para la visita de los pobres a domicilio, especialmente por parte de los jóvenes. En 1640 fundó también en París un instituto para niños huérfanos. 
Durante sesenta años Francia se benefició de la caridad incansable de este hombre, proclamado por León XIII (1883) "patrono de todas las obras de caridad extendidas por el mundo". Quebrantado de salud desde 1665, sufrió un ataque de parálisis, permaneciendo, empero, lúcido hasta su muerte. Su funeral fue un triunfo. Su cuerpo, expuesto en una caja de plata en la capilla de la casa madre de París, es un recuerdo perenne de su rol en la historia de la cristiandad. Con razón se ha dicho que "así como Dios suscitó a Ignacio de Loyola contra Lutero, así suscitó a Vicente de Paúl contra el jansenismo". Además, sus cerca de dos mil cartas (...) son una mina de informaciones sobre la vida religiosa de la primera mitad del gran siglo de Francia (el siglo XVII)»
(Enzo Lodi: "Los santos del Calendario Romano").
La imagen de San Vicente de Paúl que ilustra esta entrada se venera en el santuario de la Medalla Milagrosa, en Parque Chacabuco.

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