11 de septiembre de 2018

11 de septiembre: San Juan Gabriel Perboyre


Juan Gabriel Perboyre nació en 1802. A los quince años  escuchó un sermón que encendió en él deseos de ir a evangelizar a los paganos. Ingresó en la Congregación de la Misión (fundada por San Vicente de Paul), en la que fue ordenado sacerdote en 1826. Intelectualmente brillante, fue nombrado profesor del seminario de Saint-Flour y más tarde ocupó otros cargos académicos de responsabilidad. Varias veces pidió ser enviado como misionero a la China, pero sólo en 1835 se le concedió la autorización para partir.

En China, el padre Juan Gabriel participó activamente en la tarea de rescate e instrucción de niños abandonados, labor a la que estaban consagrados los vicentinos.

Pero poco después, en 1839, se produjo un estallido violento y repentino de una nueva persecución contra los cristianos. El padre Perboyre fue aprehendido, encadenado y sometido a diversos interrogatorios. Finalmente las autoridades chinas le exigieron «que revelara el sitio donde se escondían sus compañeros y que pisoteara la cruz, si quería salvar la vida. Por supuesto que se negó a hacer ambas cosas y empezó su pasión. Los sufrimientos que debió soportar el padre Juan Gabriel fueron increíbles en el sentido literal de la palabra. En veinte ocasiones fue arrastrado ante sus jueces y otras tantas se trató de obligarle con feroces tormentos, a la denuncia y al sacrilegio; las torturas se multiplicaban al negarse el mártir. Es famoso el ingenio de los chinos para inventar nuevos modos de infligir el dolor físico (...) Se le marcaron en el rostro cuatro caracteres chinos que decían: «maestro de una falsa religión»; un sacerdote chino que sobornó a los carceleros para entrar a la prisión, dijo que el cuerpo del padre Juan Gabriel era una masa informe de llagas y heridas, abiertas hasta mostrar los huesos en algunos sitios. El 11 de septiembre de 1840, casi un año después de su captura, San Juan Gabriel Perboyre, descalzo y con unos calzones desgarrados bajo la roja camisola de los condenados, fue estrangulado junto con otros cinco criminales comunes» ¹.  La imagen que ilustra esta entrada (que se venera en el santuario de la Medalla Milagrosa) da testimonio de la crueldad de su martirio.

Beatificado en 1889, Juan Gabriel Perboyre fue canonizado el 2 de junio de 1996 por San Juan Pablo II. Dijo el pontífice ese día en su homilía (traducción propia del original francés):
Juan Gabriel Perboyre, sacerdote de la Congregación de la Misión, quiso seguir al Cristo evangelizador de los pobres, siguiendo el ejemplo de San Vicente de Paúl. Después de practicar el ministerio de formador del clero en Francia, partió a la China. Allí daría testimonio del amor de Cristo por el pueblo chino. "No sé lo que me está reservado en la carrera que se abre ante mí: sin duda muchas cruces, este es el pan de cada día del misionero. ¿Y qué más se puede desear al ir a predicar a un Dios crucificado?" (Carta 70), escribió mientras estaba a las puertas de China. Es la Cruz de Cristo la que encontrará en los caminos donde es enviado. Mediante la imitación diaria de su Señor, con humildad y dulzura, se identificará plenamente con él. Siguiéndolo paso a paso en su Pasión, se unirá a él para siempre en su gloria. "Una cosa es necesaria: Jesucristo", le gustaba decir. Su martirio es el  punto culminante de su compromiso de seguir a Cristo. Después de haber sido torturado y condenado, reproduciendo con una similitud extraordinaria la Pasión de Jesús, irá como él a la muerte, y muerte en cruz. Juan Gabriel tenía una única pasión: Cristo y la proclamación de su Evangelio. Es por fidelidad a esta pasión que él también fue colocado en las filas de los humillados y los condenados, y que hoy la Iglesia puede proclamar solemnemente su gloria en el coro de los santos del cielo. 

¹  Fuente: El Testigo Fiel

2 comentarios:

  1. La Iglesia ha puesto siempre los ejemplos martiriales en los altares para mostrar el celo apostólico de sus hijos más dilectos. Sin embargo, en estos tiempos ambiguos que vivimos, una película (Silencio de Scorsese) es aplaudida fervorosamente en Roma. La historia del padre jesuita portugués Cristóbal Ferreira, que despues de 5 horas de tortura japonesa en un foso de Nagasaki, apostata, convirtiéndose en budista, fue muy elogiada en el Capítulo General jesuita, como una muestra de la debilidad y dudas del hombre. Y la producción de esta película (50.000.000 de dólares) fue asesorada por jesuitas. Hasta el propio Papa la elogió. Cuando la vi, me dejó un sabor amargo. ¡Qué tiempos contradictorios! Ver: https://www.religionenlibertad.com/cultura/53468/silencio-scorsese-una-cosa-novela-otra-filme.html

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