27 de abril de 2019

Sábado de la Octava de Pascua



El Salmo Responsorial que se proclama hoy, Sábado de la Octava de Pascua, es un fragmento del salmo 117 -salmo típico de este tiempo- que dice así:

¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
El Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Un grito de alegría y de victoria
resuena en las carpas de los justos. 

«La mano del Señor hace proezas,
la mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas».
El Señor me castigó duramente,
pero no me entregó a la muerte. 

«Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor».
«Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella».
Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación. 


Las palabras que hemos remarcado con negrita están escritas, en latín, en vitrales de la puerta principal de la iglesia dedicada en Buenos Aires a San Felipe Neri. Aparecen en "escudos" sostenidos por dos ángeles.

«Haec est porta Domini» - «Justi intrabunt in eam».


San Juan Pablo II, en su catequesis del 5 de diciembre de 2001, dijo: 

«"Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor", dice el solista en nombre de la asamblea procesional. "Esta es la puerta del Señor:  los vencedores entrarán por ella" (v. 20), responden otros, probablemente los sacerdotes.
Una vez que han entrado, pueden cantar el himno de acción de gracias al Señor, que en el templo se ofrece como "piedra" estable y segura sobre la que se puede edificar la casa de la vida (cf. Mt 7, 24-25). Una bendición sacerdotal desciende sobre los fieles, que han entrado en el templo para expresar su fe, elevar su oración y celebrar su culto».

Próxima entrada: Domingo II de Pascua de Resurrección (28 de abril)

No hay comentarios:

Publicar un comentario