«Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua» (Jn 19, 32-34).
A este soldado romano mencionado por Juan, la tradición le da nombre propio: Longinos, y le asigna una historia que es legendaria en gran parte. El nombre aparece por primera vez en algunas versiones del apócrifo Evangelio de Nicodemo o "Actas de Pilato". A veces se identifica a este militar con el que, en los Sinópticos, proclama la divinidad de Jesús inmediatamente después de la muerte del Crucificado: «... Jesús, dando un grito, expiró. El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él, exclamó: “¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!”» (Mc 15, 37-39 y textos paralelos en Mt y Lc).
El Martirologio Romano registra la conmemoración de hoy con estas escuetas palabras, que sólo hacen referencia al episodio registrado por Juan: «En Jerusalén, conmemoración de San Longinos, venerado como el soldado que abrió con la lanza el costado del Señor crucificado (s. I)». En otros calendarios, Longinos aparece en fechas diversas.
En la Basílica de María Auxiliadora, detrás del altar mayor, hay una imagen del Sagrado Corazón rodeado a ambos lados de santos y santas, todos ellos vinculados de una u otra forma con la devoción al corazón de Jesucristo. Los siete varones son, de izquierda a derecha: San Juan Evangelista, San Longinos, Santo Tomás Apóstol (arrodillado), San Bernardo de Claraval, San Francisco de Asís, San Francisco Solano y San Francisco de Sales.
San Longinos aparece con indumentaria de soldado romano y con una lanza, su atributo iconográfico por excelencia, que sostiene inclinada hacia el piso.
«Con mucha precaución se abstuvo el Evangelista de usar las palabras "hirió su costado", o "lo rasgó", sino "abrió", a fin de que en cierto modo se franqueara la puerta por donde brotaron los sacramentos de la Iglesia, sin los cuales no se entra en la verdadera vida. Y sigue: "Y al instante salió sangre y agua". La sangre fue derramada por la remisión de los pecados, y el agua para suave bebida y purificación. Esto había sido prefigurado por la puerta que a Noé se le mandó abrir en el costado del arca para que entraran los animales que se habían de salvar del diluvio, en los que se simbolizaba la Iglesia. Por esta razón fue hecha la primera mujer del costado de Adán dormido, y este segundo Adán, inclinando la cabeza, durmió en la cruz, para que fuese formada su esposa y saliera de su costado durante su sueño. ¡Oh muerte que a los muertos resucitas! ¿Qué hay más puro que esta sangre? ¿Qué más saludable que esta herida?» (San Agustín)
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