24 de octubre de 2019

24 de octubre: San Rafael Arcángel

Aunque en la Forma Ordinaria del Rito Romano los tres arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael son celebrados conjuntamente en la única fiesta del 29 de septiembre, en la Forma Extraordinaria se mantiene la práctica de honrarlos por separado. A San Rafael se le consagra la fecha de hoy, que elegimos para compartir estas imágenes.

Nos unimos a la memoria de San Rafael con fotografías que tomamos en julio del año pasado en el exterior de la iglesia porteña consagrada al santo arcángel.



La mayólica muestra los dos atributos clásicos de Rafael:  el bordón de peregrino y el pez.  Se lo invoca en la misma mayólica como «Patrono de los enfermos», «de los matrimonios» y «de los caminantes».  Tanto los atributos iconográficos como los patronazgos brotan de un episodio narrado en el libro de Tobías, que abarca varios capítulos pero que podemos resumir así:



Tobit, padre de Tobías, queda ciego; al mismo tiempo Sara, una mujer de otra comarca, sufre bajo la malvada acción de un demonio por lo que, cada vez que se casa, su marido muere. Cada uno de ellos ora rectamente a Dios y entonces «a un mismo tiempo, fueron acogidas favorablemente ante la gloria de Dios las plegarias de Tobit y de Sara, y fue enviado Rafael para curar a los dos: para quitar las manchas blancas de los ojos de Tobit, a fin de que viera con ellos la luz de Dios, y para dar a Sara, hija de Ragüel, como esposa de Tobías, hijo de Tobit, librándola del malvado demonio Asmodeo» (3, 16 s). 

Tobit envía a su hijo Tobías a un largo viaje, en el que es acompañado por el ángel, quien no se da a conocer y dice llamarse Azarías.

En un momento del camino, en el capítulo 6  (1-9) tiene lugar el episodio del pez:
El joven partió con el ángel, y el perro los seguía. Caminaron los dos y, al llegar la primera noche, acamparon a orillas del río Tigris. El joven bajó a lavarse los pies en el río, y de pronto saltó del agua un gran pez que intentó devorarle el pie. El joven gritó,  pero el ángel le dijo: «¡Agárralo y no lo dejes escapar!». Entonces él se apoderó del pez y lo sacó a tierra. El ángel le dijo: «Ábrelo, sácale la hiel, el corazón y el hígado, y colócalos aparte; luego tira las entrañas. Porque la hiel, el corazón y el hígado son útiles como remedios».  El joven abrió el pez, y le sacó la hiel, el corazón y el hígado. Asó una parte del pez y la comió, y guardó la otra parte después de haberla salado. Luego los dos juntos continuaron su camino hasta llegar cerca de Media.
Entretanto, el joven preguntó al ángel: «Hermano Azarías, ¿qué clase de remedio hay en el corazón, en el hígado y en la hiel del pez?». El ángel le respondió: «Si se quema el corazón o el hígado del pez delante de un hombre o de una mujer atacados por un demonio o espíritu maligno, cesan los ataques y desaparecen para siempre. En cuanto a la hiel, sirve para ungir los ojos afectados de manchas blancas: basta con soplar sobre esas manchas para que se curen». 
Poco después Rafael sugiere a Tobías  pasar esa noche en casa de Ragüel,  pariente de Tobías que tenía una única hija llamada Sara.  «Por ser tú el pariente más cercano -le dice-, tienes más derecho sobre ella que todos los demás, y es justo que recibas la herencia de su padre. Es una joven seria, decidida y muy hermosa, y su padre es una persona honrada»  (6, 11-12). 
Naturalmente, Tobías objeta la fama de esa mujer: «Hermano Azarías, he oído decir que ella se ha casado siete veces, y que todos sus maridos han muerto la noche misma de la boda, apenas se acercaban a ella. También he oído decir que es un demonio el que los mataba. Yo tengo miedo, ya que a ella no le hace ningún mal, porque la ama, pero mata a todo el que intenta tener relaciones con ella. Y soy hijo único, y si muero, mi padre y mi madre bajarán a la tumba llenos de dolor por mi causa. Y ellos no tienen otro hijo que les dé sepultura» (6, 14 ss).



El ángel le indica: «No te preocupes de ese demonio y cásate con ella. (...) Pero eso sí, cuando entres en la habitación, toma una parte del hígado y del corazón del pez, y colócalos sobre el brasero de los perfumes. Entonces se extenderá el olor, y cuando el demonio lo huela, huirá y nunca más aparecerá a su lado. Antes de tener relaciones con ella, levántense primero los dos para orar y supliquen al Señor del cielo que tenga misericordia de ustedes y los salve. No tengas miedo, porque ella está destinada para ti desde siempre y eres tú el que debe salvarla. Ella te seguirá, y yo presiento que te dará hijos que serán para ti como hermanos. No te preocupes» (6, 16-18).

Tobías se une a Sara no sin antes cumplir las indicaciones de Rafael; ora junto con su esposa -una plegaria hermosa que ocupa gran parte del capítulo 8- y ambos regresan acompañados por Rafael a la casa de Tobit. Allí, con la hiel del pez, Tobías cura la ceguera de su padre.  

Cuando Tobit se dispone a pagarle sus servicios al guía y acompañante de Tobías, el joven revela su verdadera identidad:  «Cuando tú y Sara hacían oración, era yo el que presentaba el memorial de sus peticiones delante de la gloria del Señor  (...)  Dios también me envió para curarte a ti y a tu nuera Sara.  Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia» (12, 12-15).

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