En la iglesia inferior del santuario de Lourdes, en Santos Lugares, hay hermosos vitrales con advocaciones marianas argentinas. Entre ellas se encuentra la imagen de Nuestra Señora del Río Blanco y Paypaya, Copatrona de la Diócesis de Jujuy.
El libro "María - Reina y Madre de los Argentinos" (H.M.E, 1947) nos trae la historia de esta imagen con estas palabras:
«En la catedral de Jujuy se venera una imagen denominada Nuestra Señora del Rosario de Paipaya y Río Blanco. Su historia está íntimamente vinculada a la conquista del norte argentino y a la independencia de todo el país. Su culto es antiquísimo y, por razón de su maravilloso origen y estupendos prodigios, los norteños le profesan gran devoción. Difícil fue para los españoles el sometimiento de las tribus indígenas de Jujuy; pero la Santísima Virgen, a quien invocaron, les ayudó con eficiencia. Ella fue la Gran Conquistadora, la Pacificadora y la Misionera de tales pueblos, como más tarde sería su Redentora, Libertadora y Defensora. (...) Una de las tribus más hostiles fue la de Paipaya. Cierto día en que se disponía para asaltar a Jujuy, se le apareció entre celajes, sobre una fortaleza indígena, la Santísima Virgen del Rosario, luciendo un vestido de color rosa y manto celeste; empuñaba además el bastón de Soberana. Los indios, llenos de terror, huyeron despavoridos. En otras ocasiones trataron los salvajes de arrasar la ciudad. Mas, en cada una, la misma Soberana Señora, con un hermoso niño en los brazos, volvía a presentárseles, impidiéndoles el paso en cualquiera de los puntos en que intentaban penetrar.
Grande fue la popularidad de la imagen a mediados y fines del siglo XVIII. Al ocurrir el alzamiento general de los indígenas, los españoles imploraron la protección de la Virgen del Rosario de Paipaya y Río Blanco, y Ella los libró milagrosamente de ser exterminados. No tardaron los indígenas en someterse a los españoles y abrazar el cristianismo. Al extinguirse el pueblo de Paipaya la imagen de la Virgen fue trasladada a la localidad de Río Blanco, y al desaparecer también ésta, fue llevada a Jujuy.
La portentosa imagen jujeña, ante la que se postraron tantos conquistadores, vio en la época de la independencia, de hinojos ante su altar, a próceres como Belgrano, Arenales, Güemes, quienes la eligieron por Capitana de sus tropas. Nuestra Señora del Rosario de Paipaya y Río Blanco presidió los actos de la primera bendición de nuestra Bandera, el 25 de mayo 1812. El histórico templo donde tuvo lugar la ceremonia y donde se halla el trono de la Virgen, ha sido declarado monumento nacional. Güemes reconocía públicamente la protección otorgada por la Ssma. Virgen a la causa libertadora, y en una de sus proclamas la nombra Nuestra Generala.
Las iniciativas que emprendieran Monseñor Padilla, Monseñor Romero y el Vicario Foráneo de Jujuy, Monseñor José de la Iglesia en pro de la Coronación de la imagen, tuvieron el más feliz de los resultados. La Santa Sede, en vista del ininterrumpido culto desde más de tres siglos, y por los portentos obrados por la Virgen del Rosario de Paipaya y Río Blanco, decretó su solemne coronación. Dicho acto se realizó el domingo 31 de octubre de 1920, en el mismo lugar en que el ejército de Belgrano y el pueblo de Jujuy juraron la Bandera, después de bendecida, el 25 de mayo de 1812. Coronó a la Virgen, en nombre del Sumo Pontífice Benedicto XV, el Nuncio Apostólico, Monseñor Alberto Vasallo de Torregrossa, acto que fue saludado con las aclamaciones de más de 5.000 personas. Fue éste el acontecimiento más grandioso y solemne que se registra en los anales históricos de Jujuy.
Muchos han sido los milagros obrados por Nuestra Señora del Rosario de Paipaya y Río Blanco (...)».
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