en la pila bautismal
de la antigua iglesia de San Miguel,
en el centro porteño:
una escultura de mármol
que representa el Bautismo de Jesús.
San Juan Bautista, de pie,
está bautizando a Cristo,
quien se encuentra de rodillas
en actitud
de piadoso ensimismamiento,
con los brazos cruzados
sobre el pecho.
Hoy se celebra la fiesta
que recuerda este episodio,
que los cuatro evangelistas narran.
Este año se lee el texto
según San Mateo (3, 13-17),
que dice:
«Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: “Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!”
Pero Jesús le respondió: “Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo”. Y Juan se lo permitió.
Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”».
Tomé la foto en 2016.
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