Verónica es el nombre que se atribuye a la mujer piadosa que, según la tradición, enjugó el rostro de Jesús camino del Calvario. El episodio -que no aparece en los Evangelios canónicos- es recogido en la sexta estación del Vía Crucis tradicional. La leyenda ha identificado a esa mujer con distintos personajes, entre ellos la hemorroísa de Mt 9, 20-22 y paralelos
Respecto de su nombre, aparece por primera vez en un documento apócrifo llamado "Las actas de Pilatos", que relata que durante el proceso a Jesús, una mujer llamada Berenice (que se vierte como Verónica en latín), gritó desde lejos, a modo de testimonio a favor de Cristo: "Yo sufrí un flujo de sangre, toqué la orla de sus vestiduras y quedé curada". No se sabe por qué se le atribuye a la hemorroísa bíblica el nombre de Berenice. Otras versiones señalan que el nombre de Verónica alude al "verdadero icono" (vero icon), es decir a la imagen de la Santa Faz, que milagrosamente quedó grabado en el paño ofrecido por la mujer al Salvador en el camino de la Cruz.
Santa Verónica no aparece en el Martirologio Romano actual, ni en el día de hoy ni el 12 de julio, otra fecha tradicional de su memoria. Sin embargo, la piedad popular y la iconografía le han reservado un lugar muy destacado a lo largo de los siglos, en el marco de la devoción por la Pasión de Cristo. Por eso encontramos su imagen, por ejemplo, en la Basílica de Nuestra Señora del Socorro, en Buenos Aires.
Señor, Dios nuestro, que hiciste admirable
por las señales de la pasión de tu Hijo
a tu virgen Santa Verónica;
haz que, por su intercesión y ejemplo,
aceptemos humildemente la cruz de Cristo
para llegar a la gloria de su resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo.
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