Encontramos a Santa Emerenciana pintada en una pared de la iglesia porteña de Nuestra Señora de los Dolores.
Se trata de una santa casi desconocida, de la que escuetamente dice el Martirologio Romano:
«En Roma, en el cementerio Mayor de la vía Nomentana, Santa Emerenciana, mártir».
Su recuerdo está vinculado con el de Santa Inés (que celebramos hace un par de días), de quien era compañera, según la tradición, y a cuyos funerales Emerenciana asistió. El cortejo fue atacado imprevistamente por una turbamulta de paganos, y Emerenciana los enfrentó valientemente, por lo que fue lapidada allí mismo. Era aún catecúmena, y ese fue su bautismo de sangre. Fue sepultada cerca de la tumba de Inés.
Otros detalles de su martirio son legendarios: por ejemplo, que habría sido torturada en el vientre, por lo que, en algunas partes se la invoca contra dolores de vientre y como protectora de las embarazadas.
Lo único que es seguro es el dato que recoge el Martirologio Romano: el recuerdo de un grupo de mártires en el Cementerio Mayor de la Vía Nomentana, entre los cuales se nombra en último lugar a Emerenciana. En martirologios antiguos la inscripción se encuentra en otras fechas. Pero Emerenciana, por el influjo de la passio de Santa Inés, y por la consecuente participación en el culto y la popularidad de esta santa, se fue separando de su grupo original, hasta que su fecha quedó fijada en el día de hoy, cerca de la celebración de Inés.
Además, las reliquias de Santa Emerenciana fueron trasladadas en el siglo IX a la Basílica de Santa Inés. En 1615 los cuerpos de ambas santas fueron depositados en una artística caja de plata, que se colocó bajo el altar mayor.
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