En el Museo Franciscano anexo a la Basílica de San Francisco de Asís en Buenos Aires se exhiben numerosas reliquias de santos y beatos, la mayoría pertenecientes a la familia religiosa del Poverello.
Entre esas reliquias se encuentra la que vemos en la foto: un fragmento de la ropa de Santa Eustoquia Calafato, natural de la localidad siciliana de Mesina. En la tarjeta aparece como Beata, pero fue canonizada por San Juan Pablo II en 1988 durante una visita pastoral a la ciudad de Mesina.
«Eustoquia nació en Mesina el 25 de marzo de 1434. En el bautismo se le impuso el nombre de Esmeralda. (...) A los 11 años, su padre la prometió a un viudo de la misma posición social y económica, pero el matrimonio fracasó por la repentina muerte del prometido esposo, el año 1446. Las nuevas propuestas de matrimonio realizadas por los familiares, ella las rechazó firmemente. En su corazón había decidido consagrarse a Dios en la vida religiosa». Su padre se opuso tenazmente a esa vocación y sólo tras su muerte imprevista, en 1448, Esmeralda pudo realizar su deseo. Ingresó entonces en en el monasterio de las Clarisas de Santa María de Basicó en Mesina a finales de 1449 y al tomar los hábitos adoptó el nombre de Eustoquia.
«Durante el noviciado se distinguió por su piedad, oración, meditación y práctica de las virtudes. Deseosa de vivir un modelo de perfección más comprometida, tras la autorización de los superiores eclesiásticos, Eustoquia fundó un nuevo monasterio, en los locales de un viejo hospital: le siguió su hermana Margarita y una sobrina; pronto se añadieron otras candidatas. En 1464, ante las dificultades que surgieron, se vieron obligadas a trasladarse a una casa de una congregación de terciarias franciscanas, situada en el barrio de Montevergine (Mesina), casa transformada después en monasterio. Vinieron nuevas candidatas, entre las que se hallaba la madre de Santa Eustoquia. En 1464 fue elegida por primera vez abadesa y se alternó en esta función con Jacoba Pollicino». Eustoquia murió el 20 de enero de 1485.
«De San Francisco y Santa Clara adquirió la espiritualidad cristocéntrica, que ella expresó con un amor especial a la Eucaristía, a la Pasión y a la Santísima Virgen. Eustoquia Esmeralda Calafato tiene un mensaje válido y actual para la Iglesia universal: para los jóvenes, a los cuales enseña que las opciones de la vida se deben realizar a la luz de la fe, sin transacciones con los contenidos del Evangelio; para los religiosos, porque supo realizar una profunda actualización de la vida claustral, viviendo en su plenitud la Palabra del Señor y volviendo al espíritu genuino de San Francisco y Santa Clara; además, nos enseña que viviendo en la clausura se puede y se debe estar plenamente insertos en el contexto social y eclesial contemplando, orando, haciendo penitencia para implorar la bendición de Dios sobre los hermanos: era una auténtica misionera dentro de la clausura».
En 1782, el Papa Pío VI aprobó el culto inmemorial que se tributaba a la bendita monja, lo que equivale a una beatificación. Y Juan Pablo II, como dijimos, la canonizó en Mesina el 11 de junio de 1988.
Tomamos esta información de un sitio oficial franciscano.
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