La representación simbólica habitual de la virtud de la esperanza por medio de un ancla se fundamenta en este pasaje de la Carta a los Hebreos (6, 20):
«Esta esperanza que nosotros tenemos, es como un ancla del alma, sólida y firme, que penetra más allá del velo, allí mismo donde Jesús entró por nosotros, como precursor».
Esa frase se escucha hoy en la Segunda Lectura de la misa, con su contexto más amplio (el fragmento que se proclama hoy es Heb 6, 10-20).
En dos lugares de la Basílica del Espíritu Santo están representadas las virtudes teologales y, entre ellas, la esperanza como un ancla.
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