En septiembre de 2008, con motivo del sesquicentenario de las apariciones de la Virgen en Lourdes, el papa Benedicto XVI visitó el lugar y pronunció una hermosa homilía, algunos de cuyos fragmentos compartimos aquí. Acompañamos el texto con imágenes obtenidas en 2019 en la réplica de la gruta de Massabielle, junto al santuario dedicado a Nuestra Señora de Lourdes en Santos Lugares.
«El 11 de febrero de 1858, en el lugar llamado la gruta de Massabielle , apartada del pueblo, una simple muchacha de Lourdes, Bernadette Soubirous, vio una luz y, en la luz, una mujer joven “hermosa, la más hermosa” . La mujer le habló con dulzura y bondad, respeto y confianza: “Me hablaba de Usted (narra Bernadette)... ¿Querrá Usted venir aquí durante quince días? (le pregunta la Señora)... Me miró como una persona que habla a otra persona”. En la conversación, en el diálogo impregnado de delicadeza, la Señora le encarga transmitir algunos mensajes muy simples sobre la oración, la penitencia y la conversión. No es de extrañar que María fuera hermosa, porque, en las apariciones del 25 de marzo de 1858, ella misma revela su nombre de este modo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
(...)
(...) Al venir en peregrinación aquí, a Lourdes, queremos entrar, siguiendo a Bernadette, en esta extraordinaria cercanía entre el cielo y la tierra que nunca ha faltado y que se consolida sin cesar. Hay que destacar que, durante las apariciones, Bernadette reza el Rosario bajo la mirada de María, que se une a ella en el momento de la doxología. Este hecho confirma en realidad el carácter profundamente teocéntrico de la oración del Rosario. Cuando rezamos el Rosario, María nos ofrece su corazón y su mirada para contemplar la vida de su Hijo, Jesucristo.
(...) Lourdes, tierra de luz, sigue siendo una escuela para aprender a rezar el Rosario, que inicia al discípulo de Jesús, bajo la mirada de su Madre, en un diálogo cordial y verdadero con su Maestro.
(...) María nos enseña a orar, a hacer de nuestra plegaria un acto de amor a Dios y de caridad fraterna. Al orar con María, nuestro corazón acoge a los que sufren. ¿Cómo es posible que nuestra vida no se transforme de inmediato? ¿Cómo nuestro ser y nuestra vida entera pueden dejar de convertirse en lugar de hospitalidad para nuestro prójimo? Lourdes es un lugar de luz, porque es un lugar de comunión, esperanza y conversión».
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