«El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a las suyas por su nombre y las hace salir. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz».
«Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas. (...) Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. (...)».
«Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia».
La hermosa imagen junto a estas líneas se venera en la Catedral de Córdoba.
Acompañamos esta imagen con una plegaria al Buen Pastor.
San Juan Pablo II, durante una Vigilia de Oración con los jóvenes en el Cherry Creek State Park de Denver, el sábado 14 de agosto de 1993, pronunció esta oración:
Buen Pastor, enseña a los jóvenes aquí reunidos; enseña a los jóvenes de todo el mundo lo que significa «dar» su vida mediante la vocación y la misión.
Como enviaste a los Apóstoles a predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra, lanza ahora tu desafío a la juventud de la Iglesia para que cumpla la gran misión de darte a conocer a cuantos aún no han oído hablar de ti.
Da a estos jóvenes la valentía y la generosidad de los grandes misioneros del pasado, de suerte que, a través del testimonio de su fe y su solidaridad con todos sus hermanos y hermanas necesitados, el mundo descubra la verdad, la bondad y la belleza de la vida que sólo tú puedes dar.
Enseña a los jóvenes (...) a llevar tu mensaje de vida y verdad, de amor y solidaridad, al centro de la metrópoli moderna, al centro de todos los problemas que afligen a la familia humana al final del siglo XX.
Enseña a estos jóvenes a hacer buen uso de su libertad.
Enséñales que la mayor libertad consiste en entregarse totalmente.
Enséñales el significado de las palabras del Evangelio: «El que pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 10, 39).
Por todo esto, buen Pastor, te amamos.
Los jóvenes (...) te aman porque aman la vida, el don del Creador.
Aman su vida humana como el sendero por el que pasarán en medio de este mundo creado.
Aman la vida como tarea y como vocación.
Y aman también la otra vida que el Padre eterno nos ha dado por medio de ti: la vida de Dios en nosotros, el mayor regalo que nos has dado.
Tú eres el buen Pastor.
Y no hay ningún otro.
Has venido para que tengamos la vida, y la tengamos en abundancia.
La vida, no sólo a nivel humano, sino también en la medida del Hijo, el Hijo en el que el Padre se complace eternamente.
Señor Jesucristo, te damos gracias por haber dicho: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10).
(...)
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