Desde el punto de vista histórico, es escasísimo lo que sabemos acerca de San Cristóbal. Ni siquiera sabemos en qué siglo vivió. El Martirologio se limita a decir que fue mártir en Licia.
Seguramente a partir de su nombre, que significa «el que lleva a Cristo», se fue tejiendo en torno a él una leyenda, famosa en todo el mundo, cuya parte principal cuenta lo siguiente, en versión de la Leyenda Áurea de Jacobo de la Vorágine (del siglo XIII):
Cierta noche cuando dormía en su choza, oyó la voz de un niño que le llamaba: «Cristóbal, ven a transportarme». Cristóbal se despertó y salió, pero no vio a nadie. Volvió a entrar en su morada y oyó, por segunda vez, la misma voz; inmediatamente acudió, pero no encontró a nadie. Al oír el llamado por tercera vez, Cristóbal salió a buscar detenidamente y encontró, a la orilla del río, a un niño que le pidió amablemente, que le transportase a la otra orilla. Cristóbal subió al niño en sus hombros, tomó su cayado y empezó a vadear la corriente. Pero las aguas empezaron a subir y el niño pesaba como el plomo. Cuanto más avanzaba Cristóbal, más crecía la corriente y más pesado se hacía el niño, de suerte que Cristóbal tuvo miedo de perecer ahogado. Sin embargo, con gran esfuerzo pudo llegar a la otra orilla. Entonces dijo al pequeño: «Niño, me has puesto en un grave peligro. Me pesabas como si cargase el mundo sobre mis hombros. ¡Nunca había soportado un peso tan grande como el tuyo, que eres tan pequeño!» Y el niño respondió: «No te maravilles por ello, Cristóbal. No has cargado al mundo, pero llevaste sobre los hombros al Creador del mundo. Yo soy Jesucristo, el Rey a quien sirves con tu trabajo. Y, para que sepas que digo la verdad, planta tu cayado junto a tu casa, y yo te prometo que mañana tendrá flores y frutos». Dicho esto, desapareció el niño. Cristóbal plantó su cayado y, cuando se levantó a la mañana siguiente, el palo seco era como una palmera llena de hojas, de flores y de dátiles.
La leyenda también señala el pasado oscuro de Cristóbal -antes llamado Réprobo-, su estatura gigantesca, las conversiones que su ejemplo produjo, y las torturas que sufrió por ser cristiano.
En la actualidad, el santo es muy popular como patrono de los viajeros, de modo particular de los conductores de automóviles; en muchos vehículos yo he visto su imagen.
Las fotos fueron tomadas en dos ocasiones distintas (2017 y 2018) en la iglesia porteña dedicada al santo, que da nombre a todo el barrio.
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