30 de septiembre de 2024

30 de septiembre: San Jerónimo

 


«Hoy centraremos nuestra atención en San Jerónimo, un Padre de la Iglesia que puso la Biblia en el centro de su vida: la tradujo al latín, la comentó en sus obras, y sobre todo se esforzó por vivirla concretamente en su larga existencia terrena, a pesar del conocido carácter difícil y fogoso que le dio la naturaleza.

San Jerónimo nació en Estridón en torno al año 347, en una familia cristiana, que le dio una esmerada formación, enviándolo incluso a Roma para que perfeccionara sus estudios. Siendo joven sintió el atractivo de la vida mundana (cf. Ep 22, 7), pero prevaleció en él el deseo y el interés por la religión cristiana. Tras recibir el bautismo, hacia el año 366, se orientó hacia la vida ascética y, al trasladarse a Aquileya, se integró en un grupo de cristianos fervorosos, definido por él casi "un coro de bienaventurados" (Chron. ad ann. 374) reunido en torno al obispo Valeriano.

Después partió para Oriente y vivió como eremita en el desierto de Calcis, al sur de Alepo (cf. Ep 14, 10), dedicándose seriamente a los estudios. Perfeccionó su conocimiento del griego, comenzó el estudio del hebreo (cf. Ep 125, 12), transcribió códices y obras patrísticas (cf. Ep 5, 2). La meditación, la soledad, el contacto con la palabra de Dios hicieron madurar su sensibilidad cristiana.

Sintió de una manera más aguda el peso de su pasado juvenil (cf. Ep 22, 7), y experimentó profundamente el contraste entre la mentalidad pagana y la vida cristiana: un contraste que se hizo famoso a causa de la dramática e intensa "visión" que nos narró. En ella le pareció que era flagelado en presencia de Dios, por ser "ciceroniano y no cristiano" (cf. Ep 22, 30).

En el año 382 se trasladó a Roma. Aquí el Papa San Dámaso, conociendo su fama de asceta y su competencia de estudioso, lo tomó como secretario y consejero; lo alentó a emprender una nueva traducción latina de los textos bíblicos por motivos pastorales y culturales.

Algunas personas de la aristocracia romana, sobre todo mujeres nobles como Paula, Marcela, Asela, Lea y otras, que deseaban comprometerse en el camino de la perfección cristiana y profundizar en su conocimiento de la palabra de Dios, lo escogieron como su guía espiritual y maestro en el método de leer los textos sagrados. Estas mujeres nobles también aprendieron griego y hebreo.

Después de la muerte del Papa San Dámaso, en el año 385 san Jerónimo dejó Roma y emprendió una peregrinación, primero a Tierra Santa, testigo silenciosa de la vida terrena de Cristo, y después a Egipto, tierra elegida por muchos monjes (cf. Contra Rufinum 3, 22; Ep 108, 6-14).

En el año 386 se detuvo en Belén, donde, gracias a la generosidad de una mujer noble, Paula, se construyeron un monasterio masculino, uno femenino, y una hospedería para los peregrinos que llegaban a Tierra Santa, "pensando en que María y José no habían encontrado un lugar donde alojarse" (Ep 108, 14). En Belén, donde se quedó hasta su muerte, siguió desarrollando una intensa actividad: comentó la palabra de Dios; defendió la fe, oponiéndose con vigor a varias herejías; exhortó a los monjes a la perfección; enseñó cultura clásica y cristiana a jóvenes alumnos; acogió con espíritu pastoral a los peregrinos que visitaban Tierra Santa. Falleció en su celda, junto a la gruta de la Natividad, el 30 de septiembre del año 419/420.

Su formación literaria y su amplia erudición permitieron a San Jerónimo revisar y traducir muchos textos bíblicos: un trabajo muy valioso para la Iglesia latina y para la cultura occidental. Basándose en los textos originales escritos en griego y en hebreo, comparándolos con versiones precedentes, revisó los cuatro evangelios en latín, luego los Salmos y gran parte del Antiguo Testamento.

Teniendo en cuenta el original hebreo, el griego de los Setenta —la clásica versión griega del Antiguo Testamento que se remonta a tiempos precedentes al cristianismo— y las precedentes versiones latinas, San Jerónimo, apoyado después por otros colaboradores, pudo ofrecer una traducción mejor: constituye la así llamada "Vulgata", el texto "oficial" de la Iglesia latina, que fue reconocido como tal en el Concilio de Trento y que, después de la reciente revisión, sigue siendo el texto latino "oficial" de la Iglesia.

Es interesante comprobar los criterios a los que se atuvo el gran biblista en su obra de traductor. Los revela él mismo cuando afirma que respeta incluso el orden de las palabras de las Sagradas Escrituras, pues en ellas, dice, "incluso el orden de las palabras es un misterio" (Ep 57, 5), es decir, una revelación. Además, reafirma la necesidad de recurrir a los textos originales: "Si surgiera una discusión entre los latinos sobre el Nuevo Testamento a causa de las lecturas discordantes de los manuscritos, debemos recurrir al original, es decir, al texto griego, en el que se escribió el Nuevo Testamento. Lo mismo sucede con el Antiguo Testamento, si hay divergencia entre los textos griegos y latinos, debemos recurrir al texto original, el hebreo; de este modo, todo lo que surge del manantial lo podemos encontrar en los riachuelos" (Ep 106, 2).

San Jerónimo, además, comentó también muchos textos bíblicos. Para él los comentarios deben ofrecer opiniones múltiples, "de manera que el lector sensato, después de leer las diferentes explicaciones y de conocer múltiples pareceres —que se pueden aceptar o rechazar— juzgue cuál es el más aceptable y, como un experto agente de cambio, rechace la moneda falsa" (Contra Rufinum 1, 16).

Confutó con energía y vigor a los herejes que no aceptaban la tradición y la fe de la Iglesia. Demostró también la importancia y la validez de la literatura cristiana, convertida en una auténtica cultura, ya entonces digna de confrontarse con la clásica: lo hizo con el tratado 'De viris illustribus', una obra en la que San Jerónimo presenta las biografías de más de un centenar de autores cristianos.

Escribió también biografías de monjes, ilustrando el ideal monástico, junto a otros itinerarios espirituales; además, tradujo varias obras de autores griegos. Por último, en su importante Epistolario, obra maestra de la literatura latina, San Jerónimo destaca por sus características de hombre culto, asceta y guía de las almas.

¿Qué podemos aprender nosotros de San Jerónimo? Me parece que sobre todo podemos aprender a amar la palabra de Dios en la Sagrada Escritura. Dice San Jerónimo: "Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo". Por eso es importante que todo cristiano viva en contacto y en diálogo personal con la palabra de Dios, que se nos entrega en la Sagrada Escritura. Este diálogo con ella debe tener siempre dos dimensiones: por una parte, debe ser un diálogo realmente personal, porque Dios habla con cada uno de nosotros a través de la Sagrada Escritura y tiene un mensaje para cada uno.

No debemos leer la Sagrada Escritura como una palabra del pasado, sino como palabra de Dios que se dirige también a nosotros, y tratar de entender lo que nos quiere decir el Señor. Pero, para no caer en el individualismo, debemos tener presente que la palabra de Dios se nos da precisamente para construir comunión, para unirnos en la verdad a lo largo de nuestro camino hacia Dios. Por tanto, aun siendo siempre una palabra personal, es también una palabra que construye a la comunidad, que construye a la Iglesia.

Así pues, debemos leerla en comunión con la Iglesia viva. El lugar privilegiado de la lectura y de la escucha de la palabra de Dios es la liturgia, en la que, celebrando la Palabra y haciendo presente en el sacramento el Cuerpo de Cristo, actualizamos la Palabra en nuestra vida y la hacemos presente entre nosotros.

No debemos olvidar nunca que la palabra de Dios trasciende los tiempos. Las opiniones humanas vienen y van. Lo que hoy es modernísimo, mañana será viejísimo. La palabra de Dios, por el contrario, es palabra de vida eterna, lleva en sí la eternidad, lo que vale para siempre. Por tanto, al llevar en nosotros la palabra de Dios, llevamos la vida eterna.

Concluyo con unas palabras que San Jerónimo dirigió a San Paulino de Nola. En ellas, el gran exegeta expresa precisamente esta realidad, es decir, que en la palabra de Dios recibimos la eternidad, la vida eterna. Dice san Jerónimo: "Tratemos de aprender en la tierra las verdades cuya consistencia permanecerá también en el cielo" (Ep 53, 10)».

Son palabras del sabio papa Benedicto XVI en la audiencia general del 7 de noviembre de 2007; al mismo santo, el pontífice le dedicó otra catequesis, una semana más tarde, que publicaremos en esta misma fecha litúrgica el año que viene. 

El vitral en que aparece San Jerónimo en esta entrada pertenece a la Basílica de Luján; lo fotografiamos en marzo de 2023. 

27 de septiembre de 2024

27 de septiembre: San Vicente de Paúl

 

San Vicente de Paul vio la luz en 1581. Al cumplirse cuatro siglos de su nacimiento, Juan Pablo II dirigió un mensaje al Superior General de la Congregación de la Misión, fundada por el santo. Transcribimos algunos párrafos de esa carta.

«Hace 400 años —el 24 de abril de 1581, en el pueblo de Pouy, en las Landas— nacía San Vicente de Paúl. La Iglesia debe tanto al tercer hijo de Juan Depaul y de Bertranda Demoras que se siente en la obligación de señalar este aniversario. En efecto, a lo largo de los siglos, ya en vida y más aún después de su muerte, los santos testimonian la amorosa presencia y la acción salvadora de Dios en el mundo. El IV centenario del nacimiento de Vicente de Paúl es ciertamente una oportunidad —para las familias religiosas nacidas de su carisma, como para el pueblo cristiano— de meditar sobre las maravillas realizadas por el Dios de la ternura y de la conmiseración, mediante un hombre que se ha entregado a El sin reservas, con los vínculos irrevocables del sacerdocio. Deseando vivamente manifestar a la Congregación de la Misión, a la Compañía de las Hijas de la Caridad, a las Conferencias de San Vicente de Paúl y a todas las obras de inspiración vicentina, cuánto valora la Iglesia el trabajo apostólico que ellas realizan, siguiendo los pasos de su fundador, tengo empeño en expresarles, por mediación de usted, los pensamientos que este acontecimiento me sugiere y mis alientos más fervientes para avivar siempre y en todas partes el fuego de la caridad evangélica (cf. Lc 12, 49) que ardía en el corazón de San Vicente.


Y, ante todo, la vocación de este genial iniciador de la acción caritativa y social, ilumina todavía hoy la senda de sus hijos y de sus hijas, de los seglares que viven de su espíritu, de los jóvenes que buscan la clave de una vida útil y radicalmente gastada en el don de sí mismos. El itinerario espiritual de Vicente Depaul es fascinante. Después de su ordenación sacerdotal y de una extraña aventura de esclavitud en Túnez, parece dar la espalda al mundo de los pobres al irse a París, con la esperanza de conseguir un beneficio Eclesiástico. Logra obtener un puesto de limosnero de la Reina Margarita. Este empleo le lleva a caminar junto a la miseria humana, especialmente en el nuevo Hospital de la Caridad. Así las cosas, el p. Bérulle, fundador del Oratorio de Francia, escogido como guía espiritual por el joven sacerdote landés, va a proporcionarle —mediante una serie de iniciativas aparentemente poco coherentes— la ocasión de unos descubrimientos que estarán en los orígenes de las grandes realizaciones de su vida. Bérulle envía a Vicente, primero a ejercer las funciones de cura en los alrededores de París, en Clichy-la-Garenne. Cuatro meses después, lo llama junto a la familia de Condi, como preceptor de los hijos del General de las galeras. La Providencia tenía sus designios. Acompañando siempre a los Gondi en sus castillos y propiedades de provincia, Vicente de Paúl hace allí el estremecedor descubrimiento de la miseria material y espiritual del "pobre pueblo de los campos". Desde entonces se pregunta si tiene todavía el derecho de reservar su ministerio sacerdotal a la educación de unos niños de buena familia, mientras que los campesinos viven y mueren en tan extremoso abandono religioso. Acogiendo las inquietudes de Vicente, Bérulle lo encamina hacia la parroquia de Chátillon-les-Dombes. En esta parroquia sumamente descuidada, el nuevo párroco hace una experiencia determinante. Llamado, un domingo de agosto de 1617, junto a una familia cuyos miembros estaban todos enfermos, empieza a organizar la abnegación de los vecinos y de las gentes de buena voluntad: había nacido la primera "Caridad" que servirá de modelo a otras muchas más. Y la convicción de que el servicio de los pobres debería ser su vida, morará en él hasta su último aliento. Este rápido recuerdo de la "andadura interior'' de San Vicente de Paúl, durante los veinte primeros años de su sacerdocio, nos evidencia un sacerdote extremadamente atento a la vida de su tiempo, un sacerdote que se deja conducir por los acontecimientos, o mejor, por la Divina Providencia, sin "pasar por encima de ella", tal como le gustaba decir. Tal disponibilidad, ¿no es, hoy como ayer, el secreto de la paz y de la alegría evangélicas, el camino privilegiado de la santidad?».

La imagen del santo que mostramos hoy se expone a la piedad de los fieles en la Basílica del Socorro, en Buenos Aires. Tomamos la foto el año pasado.

24 de septiembre de 2024

24 de septiembre: Nuestra Señora de la Merced

 


Esta bonita imagen de la Virgen de la Merced, Patrona del Ejército Argentino, se encuentra en el frente de una capilla del Colegio Militar de la Nación. Tomamos la foto en marzo del año 2023.

23 de septiembre de 2024

23 de septiembre: San Pío de Pietrelcina

Pío de Pietrelcina fue canonizado el 16 de junio de 2002 por Juan Pablo II. La bella homilía del Pontífice en esa celebración concluyó con una plegaria al nuevo santo, que ahora transcribimos, junto con una foto de su imagen venerada en la  Basílica de Nuestra Señora de los Buenos Aires.


«"Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque (...) has revelado estas cosas a los pequeños" (Mt 11, 25).

¡Cuán apropiadas resultan estas palabras de Jesús, cuando te las aplicamos a ti, humilde y amado padre Pío!

Enséñanos también a nosotros, te lo pedimos, la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.

Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás, con la certeza de que Dios conoce lo que necesitamos, antes de que se lo pidamos.

Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en los que sufren el rostro mismo de Jesús.

Sostennos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón.

Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.

Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén».

21 de septiembre de 2024

21 de septiembre: Fiesta de San Mateo

 

En la Catedral de Córdoba se venera esta hermosa imagen del evangelista San Mateo, cuya fiesta celebramos hoy.

En "El año litúrgico", de J. Pascher (libro editado en 1965, y por tanto anterior a las reformas postconciliares) se señalaba:

«El Martirologio romano escribe bajo "IX kal. Octobris": 

“En Etiopía, el aniversario de San Mateo, apóstol y evangelista, que en esta región predicó y padeció el martirio. Por revelación suya fue hallado el evangelio escrito por él en lengua hebrea juntamente con el cuerpo de San Bernabé apóstol, en tiempo del emperador Zenón“.

Esta nota se funda esencialmente en el Martirologio de Usuardo († 875). La noticia de que el santo murió en Etioquía corresponde a lo que dice el Mart. hieronymianum, en cuanto que la ciudad de Tarrium, que se indica allí como lugar de la muerte, está efectivamente en Etiopía, y no, como piensa el Hieronymianum, en Persia. También Rufino y Sócrates nombran a Etiopía en sus historias de la Iglesia. El evangelio hebraico que menciona ya San Jerónimo fue descubierto, según Theodorus Lector, en Chipre, al encontrarse los huesos del apóstol Bernabé. Bernabé lo había trascrito y lo tenía sobre el pecho.

Los griegos celebran al apóstol Mateo el 16 de noviembre. Todavía el Hieronymianum conocía para Occidente no sólo el 21 de septiembre, sino también otras fechas».

En el apartado "La piedad popular", el mismo libro acotaba:

«Desde los siglos XII y XIII, el arte ha puesto en mano del apóstol una espada, pues, según la leyenda, fue muerto a filo de espada, cuando oraba después de misa al pie del altar. El atributo aparece también en forma de una alabarda. Esta, en ocasiones, se  corta a su vez en un hacha. Cuando se pinta a Mateo como evangelista, tiene por símbolo de su evangelio a un hombre o a un ángel. Si lleva una bolsa o un tablero de contar, es por alusión a su anterior oficio de alcabalero.

Lo tienen por patrono los hombres de aduanas, tributos, cambistas, y, en general, los financieros».

18 de septiembre de 2024

Miércoles de la Semana XXIV Durante el Año

El miércoles XXIV del Tiempo Durante el Año, en los años pares, se lee la famosa perícopa en que San Pablo, en la Primera Carta a los Corintios (12, 31—13, 13), se refiere a la primacía del amor y al final menciona a las tres virtudes teologales:

«En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor».

Las virtudes teologales «adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina (cf. 2 Pe 1, 4). Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino.

Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (cf. 1 Co 13, 13)» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1812-1813).

Las virtudes teologales suelen ser  representadas alegóricamente: la fe mediante una cruz, la esperanza a través de una ancla, y la caridad mediante un corazón ardiente, como en el vitral que mostramos hoy, que pertenece a la iglesia de Nuestra Señora del Huerto.

17 de septiembre de 2024

17 de septiembre: Santa Sofía

El Calendario de las Fiestas Fijas de las Liturgias Orientales trae para el día de hoy, 17 de septiembre, la «Memoria de la santa mártir Sofía y de sus tres hijas vírgenes victoriosas Fe, Esperanza y Caridad († 117-138)» ¹. 

En Occidente, Sofía ya no aparece en el Martirologio; en la edición de 1956 y anteriores, su memoria aparecía el 30 de septiembre: «En Roma, Santa Sofía, viuda, madre de las santas vírgenes Fe, Esperanza y Caridad». 



Tomamos de Catholic.Net los datos de esta breve biografía

Santa Sofía, sabiamente, educó a sus tres hijas en el temor de Dios. Cuando ellas eran todavía unas niñas,  su madre se mudó a Roma y las llevó con ella. Todos los domingos, las cuatro visitaban juntas las diversas iglesias de la ciudad.

Santa Sofía hizo amistad con muchas matronas romanas y logró convertir a varias de ellas. Alguien denunció este hecho ante el emperador Adriano, quien al conocer a las tres niñas quedó tan prendado de ellas y de su hermosura que intentó adoptarlas como hijas, pero como a este proyecto se enfrentaran firmemente tanto las niñas como su madre, el emperador las condenó a diferentes tormentos.

De torturar a Fe, la mayor, se encargaron treinta y seis soldados, quienes primero la azotaron, y luego, delante de una enorme multitud, le arrancaron de cuajo los pechos. Cuantos presenciaron tan terribles escenas fueron testigos de que mientras las heridas que los azotes produjeron en el cuerpo de la jovencita brotaba leche en vez de sangre, de las de sus senos manaba sangre en lugar de leche. En vista de este milagro, el público empezó a protestar y a insultar al césar, calificando su proceder de injusto. Fe, a pesar de que estaba contenta de padecer aquellos suplicios por Cristo, unió sus voces a las de la multitud e despreció también al emperador. Entonces éste ordenó que colocaran a la doncella sobre una parrilla de hierro incandescente. Ilesa salió la niña de tan terrible tormento, tercero de la serie de ellos a que fue sometida, e ilesa salió del cuarto que a continuación le aplicaron, que consistió en ser arrojada a una sartén llena de aceite y de cera hirviendo, visto lo cual Adriano mandó a sus verdugos a que la degollaran, y a través de esta quinta tortura la santa niña murió.

Inmediatamente el emperador hizo comparecer a Esperanza, y como no logró doblegar su voluntad para que sacrificara ante los ídolos, ordenó que la metieran en una caldera en la que hervía a borbotones un líquido compuesto de grasas, cera y resina derretidas. Al introducir a la muchachita en el recipiente, las gotas que de él saltaron produjeron quemaduras en los infieles que presenciaban el espectáculo; pero, como a Esperanza aquel baño no le producía ni la más mínima lesión, Adriano mandó que la sacaran de la caldera y que le cortaran la cabeza con una espada.

Mientras duraron los martirios de sus dos hijas mayores, Sofía permaneció al lado de Caridad dándole ánimos, y ésta, a pesar de ser tan pequeñita, ni trató de congraciarse con el emperador, ni cuando le llegó el turno hizo caso alguno de los halagos ni de sus amenazas, por lo cual el impío Adriano mandó que la tendieran en el suelo y que le descoyuntaran todos sus miembros; después, la apalearon, luego la azotaron con varas, seguidamente la arrojaron a un horno encendido del que salían aparatosas y prolongadas llamas que alcanzaron y abrasaron a muchos idólatras que se encontraban cerca, presenciando el macabro espectáculo. La niña, sin embargo, totalmente ilesa, y radiante como el oro, risueña y feliz, iba de un lugar a otro, paseando contenta, entre el fuego de la hoguera. Desde el exterior los verdugos atravesáronle el cuerpo con barras de hierro al rojo vivo; mas como tampoco esto hiciera mella en el ánimo de la pequeña, Adriano mandó que la degollaran, como a sus hermanas. De este modo, Caridad, que había sufrido alegremente las pruebas a las que fue sometida, conquistó también la corona del martirio.

La santa madre, ayudada por alguno de los presentes, enterró los cuerpos de sus santas hijas, y postrada ante la tumba común, exclamaba:

- ¡Hijas mías queridísimas! ¡Yo quiero reunirme con vosotras!

Algún tiempo después Sofía murió en la paz del Señor. Su cuerpo fue enterrado por los cristianos en la misma sepultura de sus hijas. También ella fue mártir, puesto que padeció en sus entrañas maternales cada uno de los tormentos que padecieron sus tres hijas.

Es muy probable que muchos de estos datos sean espurios; de hecho, no hay datos históricos que puedan comprobarlos. De todos modos, la veneración por Santa Sofía y sus hijas sigue viva en muchos lugares.


El colorido vitral que ilustra esta entrada es del templo dedicado al Patrocinio de San José.

------

¹ Revista Litúrgica Argentina N° 206-207 (julio-diciembre de 1962): "Las Liturgias Orientales". Artículo "El Año Litúrgico", por Ligorio Lell, OSB.

14 de septiembre de 2024

14 de septiembre: San Cornelio


Hoy, 14 de septiembre, dice el Martirologio: 

«En Roma, en la vía Apia, en la cripta de Lucina del cementerio de Calixto, sepultura de San Cornelio, papa y mártir, que se opuso seriamente a la escisión de Novaciano y, con gran espíritu de caridad, recuperó a la plena comunión con la Iglesia a muchos cristianos caídos en la herejía. Padeció al final el destierro a Civitavecchia, en la Toscana, por parte del emperador Galo, sufriendo lo indecible en palabras de San Cipriano. Su memoria se celebra pasado mañana (252)».

Y el 16 de septiembre, día en que se celebra la conmemoración litúrgica, se añade: «Memoria de los santos Cornelio, papa, y Cipriano, obispo, mártires, acerca de los cuales el catorce de septiembre se relata la sepultura del primero y la pasión del segundo. Juntos son celebrados en esta memoria por el orbe cristiano, porque ambos testimoniaron, en días de persecución, su amor por la verdad indefectible ante Dios y el mundo (252, 258)».

En la iglesia porteña de la Inmaculada Concepción, sobre la avenida Independencia, vemos esta imagen de San Cornelio, con ornamentos episcopales y la palma de martirio.

12 de septiembre de 2024

12 de septiembre: El Santísimo Nombre de María

Una fiesta en honor del Dulce Nombre de María se celebra en España desde el siglo XVI. En 1683 el Papa  Inocencio XI extendió esta fiesta a toda la Iglesia para dar gracias a María por la victoria que el rey de Polonia, Juan Sobieski, obtuvo contra los turcos cuando estos asediaban Viena y amenazaban a toda la cristiandad, victoria debida singularmente a la protección de la Santísima Virgen.


Antífona de entrada     Cf. Jdt 13, 18.19

El Señor, el Dios altísimo,

te ha bendecido a ti, Virgen María,

más que a todas las mujeres de la tierra.

Él ha engrandecido tanto tu nombre,

que los hombres no dejarán de alabarte.


Oración colecta

Concédenos, Dios todopoderoso,

que la bienaventurada Virgen María,

nos obtenga tu misericordia

a quienes celebramos su glorioso nombre

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo

y es Dios, por los siglos de los siglos.

9 de septiembre de 2024

9 de septiembre: San Pedro Claver

El Martirologio elogia a nuestro santo de hoy con estas palabras: «San Pedro Claver, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús, que en Nueva Cartagena, ciudad de Colombia, durante más de cuarenta años consumió su vida con admirable abnegación y eximia caridad para con los esclavos negros, y bautizó con su propia mano a casi trescientos mil de ellos».


Del Misal propio de la Compañia de Jesús:

Oración Colecta

Dios nuestro, que hiciste a San Pedro Claver esclavo de los esclavos y lo fortaleciste con una admirable caridad y paciencia para servirlos, concédenos, por su intercesión, que, buscando los intereses de Jesucristo, amemos a nuestros prójimos con obras y de verdad. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, nuestra oblación, santificada por el Espíritu Santo, que te ofrecemos por la salvación de los pueblos, para quienes San Pedro Claver fue constituido ministro de Cristo Jesús, Palabra tuya y Señor nuestro. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. 

7 de septiembre de 2024

Santa María "en sábado"

 


Celebramos la Memoria de Santa María en sábado con esta hermosa imagen que se venera en la iglesia de San José, templo parroquial de la parroquia de Santa Clara de Asís en Villa Crespo.

La Virgen Santísima está rodeada de ángeles. 

En la parte superior del retablo se transcribe, en arco, un fragmento célebre del himno Ave Maris Stella«Monstra te esse Matrem, sumat per te preces».

Salve, estrella del mar, 
Madre santa de Dios y siempre Virgen, 
feliz puerta del cielo.
Aceptando aquel «Ave» de la boca de Gabriel, 
afiánzanos en la paz al trocar el nombre de Eva.
Desata las ataduras de los reos, 
da luz a quienes no ven, ahuyenta nuestros males, 
pide para nosotros todos los bienes.
Muestra que eres nuestra Madre, 
que por ti acoja nuestras súplicas 
Quien nació por nosotros, 
tomando el ser de ti.
Virgen singular, dulce como ninguna, 
líbranos de la culpa, haznos dóciles y castos.
Facilítanos una vida pura, 
prepáranos un camino seguro, 
para que viendo a Jesús, 
nos podamos
alegrar para siempre contigo.
Alabemos a Dios Padre, 
glorifiquemos a Cristo soberano y al Espíritu Santo, 
y demos a las Tres personas un mismo honor. Amén.


Ave, Maris stella,
Dei mater alma,
Atque semper Virgo
Felix caeli porta

Sumens illud Ave
Gabrielis ore,
Funda nos in pace,
Mutans Evae nomen.

Solve vincla reis,
Profer lumen caecis,
Mala nostra pelle,
Bona cuncta posce.

Monstra te esse matrem,
Sumat per te preces
Qui pro nobis natus,
tulit esse tuus.

Virgo singularis
Inter omnes mitis,
Nos culpis solutos
Mites fac et castos.

Vitam praesta puram,
iter para tutum:
ut videntes lesum
semper collaetemur.

Sit laus Deo Patri,
summo Christo decus,
Spiritui Sancto,
tribus honor unus. Amen.


En la parte inferior se lee «Ave María, gratia plena, ora pro nobis».

5 de septiembre de 2024

5 de septiembre: Santa Teresa de Calcuta

 

Teresa Gonhxa Bojaxhiu, la Madre Teresa de Calcuta, fue canonizada por el papa Francisco I, en el marco del Año de la Misericordia, el 4 de septiembre de 2016.

En esa oportunidad dijo el Pontífice:

«Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada. Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que «el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre». Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos. La misericordia ha sido para ella la «sal» que daba sabor a cada obra suya, y la «luz» que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento.

Su misión en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres. Hoy entrego esta emblemática figura de mujer y de consagrada a todo el mundo del voluntariado: que ella sea vuestro modelo de santidad. Esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión. Madre Teresa amaba decir: «Tal vez no hablo su idioma, pero puedo sonreír». Llevemos en el corazón su sonrisa y entreguémosla a todos los que encontremos en nuestro camino, especialmente a los que sufren. Abriremos así horizontes de alegría y esperanza a toda esa humanidad desanimada y necesitada de comprensión y ternura».

Una imagen de esta admirada santa contemporánea se venera en la iglesia del Niño Jesús, en el barrio de Lugano.