«En la ciudad de Toledo, en la Hispania Tarraconense, San Ildefonso, que fue monje y rector de su cenobio, y después elegido obispo. Autor fecundo de libros y de textos litúrgicos, se distinguió por su gran devoción hacia la Santísima Virgen María, Madre de Dios».
San Ildefonso es sin duda una de las mayores glorias de la Iglesia de España.
Era sobrino de San Eugenio, Arzobispo de Toledo.
A pesar de la oposición de su padre, Ildefonso se hizo monje a temprana edad, en un convento cerca de Toledo, del que más tarde fue abad. Fue ordenado diácono hacia el año 630. Asistió a los Concilios de Toledo celebrados en 653 y en 655.
Fue elevado a la dignidad arzobispal hacia 657; gobernó la sede de Toledo poco más de nueve años, destacándose por su virtud y recta doctrina.
Unificó la liturgia propia de España y compuso himnos y formularios de algunas misas.
Un rasgo muy característico de San Ildefonso es su profunda devoción por la Santísima Virgen.
Te ruego, Virgen santa, que yo obtenga a Jesús de aquel Espíritu por el cual tú engendraste a Jesús.
Que mi alma reciba a Jesús por aquel Espíritu por el cual tu carne concibió a Jesús.
Que yo conozca a Jesús por aquel Espíritu por el cual tú conociste, concebiste y diste a luz a Jesús.
Que yo pueda decir de Jesús cosas humildes y elevadas gracias a aquel Espíritu con el que tú confiesas que eres la esclava del Señor deseando que se realice en ti lo que se te anuncia por el Ángel.
Que yo ame a Jesús con aquel Espíritu con el que tú lo adoras como Señor y lo contemplas como Hijo.
Que tema verdaderamente a Jesús, así como Él, siendo Dios, era obediente a sus padres.
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