1 de octubre de 2016

1° de octubre: Santa Teresita del Niño Jesús

«Llevábanle a menudo rosas que deshojaba ella sobre su crucifijo, acariciándolo con cada pétalo y como un día cayesen por tierra esas sagradas reliquias: “Recoged estos pétalos —dijo—;  más tarde os servirán para obsequiar. No perdáis ninguno”. Efectivamente: han servido no sólo para obsequiar, sino para obrar milagros».



«A las siete y algunos minutos, volviéndose nuestra pequeña mártir hacia la Madre Priora, le dijo:
Madre mía, ¿no estoy ya en la agonía? ¿No voy a morir?
—Sí, hija mía, es la agonía, pero quizá quiere Jesús prolongarla algunas horas.
Entonces, con resignado acento, añadió:
—Pues... vaya... vaya. .. ¡Ah! no  quisiera padecer menos de lo que padezco.
Mirando después su crucifijo, exclamó:
¡Oh... le amo! ... Dios mío... os... amo.
Estas fueron sus últimas palabras. Apenas las hubo pronunciado, cuando [quedó] con la cabeza inclinada hacia la derecha, en la actitud de aquellas vírgenes mártires ofreciéndose ellas mismas a filo del  cuchillo, o más bien, como una victima de amor, esperando que el divino Arquero le dispare la abrasada flecha, de cuya herida quiere morir. . .

De pronto se incorporó de nuevo,  como si la llamara una voz misteriosa,  abrió los ojos y los fijó con brillante expresión de paz celestial y de indecible felicidad, un poco más arriba de la  imagen de María. Duró aquella mirada el espacio de un Credo; después su alma seráfica, presa del Águila divina, voló a los cielos.
      
Algunos días antes de abandonar el mundo, nos había dicho la Santa: La muerte de amor que deseo es la de Jesús en la Cruz».

Los fragmentos transcriptos corresponden al capítulo XII  de "Historia de un alma", la autobiografía de Santa Teresita, en la versión de Editorial Difusión del año 1943, prologada por Hugo Wast.

La imagen que mostramos al comienzo se venera en la iglesia del Monasterio Santa Teresa, en Potosí al 4000, en el barrio de Almagro; tomé la foto en mayo de este año.

Santa Teresita del Niño Jesús nació en 1873. Ingresó siendo aún muy joven en el Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Lisieux, en Francia, y, en palabras del Martirologio, "llegó a ser maestra de santidad en Cristo por su inocencia y simplicidad". Murió el 30 de septiembre de 1897. Fue beatificada por Pío XI en 1923 y canonizada por el mismo Papa en 1925. En 1927 fue proclamada Patrona de las Misiones, junto con San Francisco Javier. En el año 1997, San Juan Pablo II la proclamó Doctora de la Iglesia.

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