En la misa de la Solemnidad de la Santísima Trinidad, en el Ciclo A, se lee este fragmento evangélico (Jn 3, 16-18):
«Dijo Jesús:Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios».
La frase inicial aparece en este monumento que puede verse en la plaza San Martín de la localidad de San Fernando.
No sé si perdí el sentido estético, pero este monumento me resulta feo. No expresa en nada el misterio de Dios, uno y trino. No entiendo cómo se puso allí y quién fue su diseñador y la institución que lo patrocinó. Lo simbólico también tiene su sentido y, en este caso, más parece un monumento a la "fraternidad universal" propia de los gnósticos. Y no se condice con la frase inscrita al pie.
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