Hoy se celebra la memoria de San Juan Eudes, a quien el Martirologio dedica este elogio: «San Juan Eudes, presbítero, que durante muchos años se dedicó a la predicación en las parroquias y después fundó la Congregación de Jesús y María, para la formación de los sacerdotes en los seminarios, y otra de religiosas de Nuestra Señora de la Caridad, para fortalecer en la vida cristiana a las mujeres arrepentidas. Fomentó de una manera especial la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, hasta que en Caen, de la región de Normandía, en Francia, descansó piadosamente en el Señor».
Juan, nacido en 1601, era el primogénito de varios hermanos. Desde niño dio muestras de gran inclinación a la virtud. A los 14 años ingresó en el colegio de los jesuitas de Caén. Pese a los deseos de sus padres, Juan deseaba abrazar la vida religiosa. Ingresó luego en la Congregación del Oratorio, que había sido fundada en 1611. Fue ordenado sacerdote en 1625.
Se dedicó por largos años a predicar misiones populares. En cuanto acababa de predicar, se sentaba a oír confesiones («el predicador agita las ramas, pero el confesor es el que caza los pájaros», decía).
Al ver que las mujeres de mala vida que intentaban convertirse se encontraban en una situación particularmente difícil, trató de resolver la dificultad alojándolas provisionalmente en las casas de las familias piadosas. Pero el remedio no era del todo adecuado. Magdalena Lamy, mujer de origen humilde que había dado albergue a varias convertidas, le inspiró a dedicar una casa para las mujeres arrepentidas, en la que pudieran alojarse mientras encontraban un empleo decente. La casa estuvo primero a cargo de las hermanas visitandinas.
San Juan Eudes abandonó el Oratorio en 1643. Decidió formar una asociación de sacerdotes diocesanos, cuyo fin principal sería la creación de seminarios para la formación de un buen clero parroquial. La nueva asociación quedó fundada el día de la Anunciación de 1643, en Caén, con el nombre de "Congregación de Jesús y María". Sus miembros, como los del Oratorio, eran sacerdotes diocesanos y no estaban obligados por ningún voto. Pero la nueva congregación encontró gran oposición, y al principio no obtuvo la aprobación pontificia.
Pero la congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio, formada por las religiosas que atendían a las mujeres arrepentidas de Caen -obra a la que había dado origen San Juan Eudes- había obtenido aprobación diocesana y luego papal, de parte de Alejandro VII.
Mientras tanto, San Juan siguió predicando misiones y fundando seminarios.
Un gran aporte de Juan Eudes a la piedad y a la liturgia fue la publicación de un libro titulado «La devoción al adorable Corazón de Jesús», en que incluyó el "propio" de una misa y un oficio del Sagrado Corazón de Jesús, que él mismo usó en los seminarios. Por ello, aunque San Juan Eudes no haya sido el primer apóstol de la devoción al Sagrado Corazón en su forma actual, fue sin embargo «quien introdujo el culto del Sagrado Corazón de Jesús y del Santo Corazón de María», como dijo León XIII en 1903, añadiendo que Eudes «fue el primero que, por divina inspiración, les tributó un culto litúrgico». Durante sus últimos años, el santo escribió su tratado sobre «El admirable Corazón de la Santísima Madre de Dios», obra que terminó un mes antes de su muerte.
A este gran impulsor de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y al Corazón Inmaculado de María lo llamó San Pío X: «Apóstol y Doctor del culto de los Sagrados Corazones».
A este gran impulsor de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y al Corazón Inmaculado de María lo llamó San Pío X: «Apóstol y Doctor del culto de los Sagrados Corazones».
Murió el 19 de agosto de 1680. Fue canonizado en 1925 y su fiesta fue incluida en el calendario de la Iglesia en 1928.
Una publicación que hallamos en la Red señala: «San Juan Eudes continúa en la Iglesia su obra evangelizadora por medio de los hijos de las comunidades por él fundadas: la Congregación de Jesús y María (Padres Eudistas), la Orden de Nuestra Señora de la Caridad en su forma primitiva o en su filial del Buen Pastor, que bajo la guía de Santa María Eufrasia Pelletier extendió a todo el mundo la iniciativa del Santo, y por la asociación de damas de la tercera orden, las llamadas Eudistinas». Además, «fuera de estas tres ramas ha habido otras fundaciones que hoy se glorían de formar parte de la “gran familia Eudista”». En una de las imágenes de esta entrada vemos al santo, justamente, acompañado en el mismo altar (de la iglesia del Buen Pastor) por Santa María Eufrasia. La imagen de San Juan Eudes tiene en su mano izquierda el Corazón de Jesús y en su mano derecha las constituciones de las familias religiosas fundadas por él.
Una publicación que hallamos en la Red señala: «San Juan Eudes continúa en la Iglesia su obra evangelizadora por medio de los hijos de las comunidades por él fundadas: la Congregación de Jesús y María (Padres Eudistas), la Orden de Nuestra Señora de la Caridad en su forma primitiva o en su filial del Buen Pastor, que bajo la guía de Santa María Eufrasia Pelletier extendió a todo el mundo la iniciativa del Santo, y por la asociación de damas de la tercera orden, las llamadas Eudistinas». Además, «fuera de estas tres ramas ha habido otras fundaciones que hoy se glorían de formar parte de la “gran familia Eudista”». En una de las imágenes de esta entrada vemos al santo, justamente, acompañado en el mismo altar (de la iglesia del Buen Pastor) por Santa María Eufrasia. La imagen de San Juan Eudes tiene en su mano izquierda el Corazón de Jesús y en su mano derecha las constituciones de las familias religiosas fundadas por él.
La frase más famosa de San Juan Eudes es: «Harían falta tres eternidades para celebrar dignamente la misa: una eternidad para prepararse, una eternidad para celebrarla y una eternidad para dar gracias».
Las fotos de esta entrada las tomé en junio de 2018 en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús Buen Pastor, en Caballito.
Transcribimos, para terminar, un fragmento del testamento del santo:
Transcribimos, para terminar, un fragmento del testamento del santo:
Con toda mi voluntad me entrego al amor incomprensible
por el que Jesús y mi bondadosa Madre
me han hecho don especial de su amabilísimo Corazón.
...
Suplico y conjuro a todos mis hermanos
se esmeren por rendir a ese Corazón amantísimo
y hacerle rendir todo el honor que les sea posible.
...
Les pido que se esmeren por imprimir en sus corazones una imagen perfecta
de las virtudes de este santísimo Corazón,
considerándolo y siguiéndolo como la regla primera de sus vidas.
Que se entreguen a Jesús y María en todas sus acciones y ejercicios,
para realizarlos
con amor, humildad y demás disposiciones de su Sagrado Corazón,
para que así amen y glorifiquen a Dios con un corazón digno de Dios,
corde magno et animo volenti
y lleguen a ser conformes al Corazón de Dios
e hijos verdaderos del Corazón de Jesús y María.
Igualmente hago entrega de este Corazón preciosísimo
a todas mis amadas hijas las Religiosas
de Nuestra Señora de la Caridad,
a las Carmelitas de Caen y a todas mis demás hijas espirituales...
Próxima entrada: 22 de agosto (María Reina)
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