Alberto
Hurtado Cruchaga nació en Viña del Mar, Chile, el 22 de enero de 1901. «Quedó
huérfano de padre a la edad de 4 años. Su madre se vio obligada a vender en
condiciones desfavorables su propiedad para pagar las deudas de la familia.
Como consecuencia de ello, Alberto y su hermano debieron ir a vivir con
parientes, y a menudo a transferirse de uno a otro de ellos. Así experimentó
desde pequeño la condición de los pobres, sin casa y dependiendo de otros. Una
beca le permitió estudiar en el Colegio San Ignacio de Santiago. Aquí se hizo
miembro de la Congregación Mariana (lo que hoy son las Comunidades de Vida
Cristiana, CVX) y como tal se interesó vivamente por los pobres, yendo a
trabajar con ellos a los barrios más miserables todos los domingos por la tarde».
Al terminar los estudios secundarios quiso hacerse jesuita, pero debió postergar su deseo para ocuparse de su
madre y de su hermano. Trabajaba por las tardes para mantener a los suyos
y al mismo tiempo, no sólo poder estudiar en la Facultad de Derecho de la Universidad
Católica, sino también seguir visitando cada semana a los pobres. Después de graduarse ingresó finalmente en el Noviciado de la Compañía de Jesús. En
1925 se trasladó a nuestro país, a Córdoba. En
1927 fue enviado a España para realizar sus estudios de filosofía y teología, pero tras la expulsión de los jesuitas de ese país, en 1931, debió trasladarse a Lovaina, Bélgica, donde fue ordenado
sacerdote en 1933. En 1935 se doctoró en Pedagogía y
Psicología. Regresó a Chile en 1936; allí se dedicó primero a la docencia.
«Escribió varios artículos sobre educación y acerca del
orden social cristiano. Construyó una casa de Ejercicios Espirituales en un
pueblo que hoy lleva su nombre. Fue director de la Congregación Mariana de los
jóvenes del colegio, a quienes invitó a ser catequistas en medios populares.
Dio Ejercicios Espirituales en incontables ocasiones. Fue director espiritual
de muchos jóvenes, acompañando a varios en su respuesta a la vocación
sacerdotal, y contribuyendo notablemente a la formación de muchos laicos
cristianos». En
1941 publicó su libro más famoso: «¿Es Chile un país
católico?». Fue también Asesor de la rama juvenil
de la Acción Católica, primero de la Arquidiócesis de Santiago, y luego de todo Chile.
«En
octubre de 1944, mientras daba un retiro, sintió una imperiosa necesidad de
llamar a la conciencia de sus auditores acerca de la necesidad que pasaban
muchos pobres en la ciudad, y en especial muchos niños que vivían en las
calles. Esto despertó una pronta reacción generosa. Fue el inicio de la
iniciativa que ha hecho más conocido al P. Hurtado: se trata de aquella forma
de actividad caritativa que ayuda a gente sin techo, dándole no sólo un lugar
para vivir sino un verdadero hogar: el Hogar de Cristo. A
través de la contribución de benefactores y con la activa colaboración de
laicos comprometidos, el Padre Hurtado abrió una primera casa de acogida para
niños, luego una para mujeres y otra para hombres. Los pobres comenzaron a
tener en el Hogar de Cristo un ambiente de familia en el cual vivir. Estas
casas se fueron multiplicando y adquiriendo nuevas formas y características».
En
1947 fundó la Asociación Sindical Chilena. Escribió varios libros y creó la revista Mensaje, para dar a conocer la doctrina de la Iglesia.
«Un
cáncer al páncreas terminó con su vida en pocos meses. En medio de los grandes
dolores solía repetir: «Contento, Señor, contento». Después
de haber pasado su existencia manifestando el amor de Cristo a los pobres, fue
llamado por Él el 18 de agosto de 1952».
Fue beatificado por San Juan Pablo II el 16 de
octubre de 1994, y canonizado por Benedicto XVI el 23 de octubre de 2005.
La imagen que se ve en las fotos de esta entrada se venera en la iglesia porteña dedicada a San Sabino y Bonifacio; las tomé en junio de 2018. Los párrafos entrecomillados y en cursiva los tomamos del sitio El Testigo Fiel.
Próxima entrada: 19 de agosto (San Juan Eudes)
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