En el Martirologio Romano está inscripta hoy la Memoria del Beato Ludovico Mzyk: «En Poznan, en Polonia, Beato Luis (sic) Mzyk ¹, presbítero de la Sociedad del Verbo Divino y mártir, que durante la ocupación militar de su patria por un régimen que seguía doctrinas contrarias a los hombres y a la fe, fue asesinado por los guardias de la ciudad, confesando a Cristo hasta la muerte».
Del sitio oficial de la Sociedad del Verbo Divino tomamos los datos para elaborar esta sintética biografía:
Ludovico Mzyk nació el 22 de abril de 1905 en el seno de una familia minera. Era el quinto de nueve hermanos. Su familia era muy religiosa y practicante. Desde su niñez fue monaguillo. Ponía mucho interés en los temas religiosos y eclesiales.
Durante un retiro parroquial predicado por un sacerdote de Nysa, sintió la llamada a ser misionero. Se lo dijo a sus padres, pero la idea no les gustó mucho. Sin embargo, otros parientes lo apoyaron, convencieron a los padres y lograron que lo inscribieran en el Seminario Menor de Nysa. Llegó allí en 1918 y en 1926 terminó el bachillerato. En ese momento, recordando el ejemplo de San Luis María Grignon de Montfort, se entregó a María firmando el documento con su propia sangre.
Durante sus vacaciones, Ludovico trabajaba con su hermano en la mina. Así ayudaba a su madre después de la muerte del padre.
Se afilió a una agrupación cuyos miembros libremente renunciaban al alcohol y al tabaco; hasta su muerte cumplió fielmente esta promesa.
De Nysa, después de unas cortas vacaciones, viajó a Alemania, para empezar el noviciado y prepararse para los votos. Hizo la primera profesión en 1928.
Después de los estudios de filosofía, los superiores, reconociendo su talento, lo mandaron a Roma para que siguiera estudiando teología. Fue ordenado sacerdote en Roma el 30 de octubre 1932, festividad de Cristo Rey. Celebró su primera misa en la fiesta de Todos los Santos, en la capilla de la Casa General de la Congregación del Verbo Divino en Roma.
En 1935 terminó sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana. Mientras esperaba el diploma, se fue a la casa San Gabriel, en Austria, donde fue ayudante del maestro de novicios. Más tarde fue destinado a Chludowo cerca de Poznan, donde los verbitas abrían el primer noviciado en Polonia; fue nombrado maestro de novicios. En 1939 lo nombraron rector del noviciado.
Cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, tuvo que despedir a casi todos los que vivían en la casa, porque recibieron la orden de evacuación hacia el este de Polonia; él mismo, sin embargo, nunca la abandonó. Con alegría recibía a los que regresaban y su tranquilidad los contagiaba. Las condiciones de vida en los primeros días de guerra eran todavía normales; los alemanes rara vez se acercaban al convento. Sin embargo, cuando empezaron a llegar malas noticias sobre desalojos y arrestos, se discutió la posibilidad de mandar a los novicios a sus casas o trasladarlos a otro sitio; el padre Ludovico, que se preocupaba mucho por el futuro de sus novicios, hizo diversas gestiones en ese sentido, pero ello no fue posible.
Los nazis ya habían puesto sus ojos en Ludovico. El 25 de enero de 1940 aparecieron en la casa unos coches de la Gestapo con sacerdotes arrestados en las cercanías. Reunieron a todos en el comedor. En un momento apareció allí el padre Ludovico, pálido pero tranquilo, y dijo: “Tengo que ir con ellos. Dicen que regresaré, mientas tanto el superior será el padre Chodzidlo”. Quiso decir algo más pero alguien brutalmente se lo llevó y nadie más lo vio. Después de su detención, nada se supo de él.
Los testigos afirmaron luego que fue tratado con brutalidad desde el primer momento. En la sede de la Gestapo le arrancaron la sotana y le pegaron fuertemente. Era invierno y él se quedó sólo con la camisa rota y con los pantalones. Uno de los prisioneros recuerda que lo metieron en la celda en el Fuerte VII, en Poznan. Todas las noticias sobre la muerte del padre Mzyk proceden de los testigos directos del Fuerte VII. Con él estaban el padre Sylwester Marciniak y el padre Franciszek Olejniczak. El primero escribe así: "Encontré al padre Mzyk el 1 de febrero de 1940 en la celda 60 en el Fuerte VII, en Poznan. Junto con él había 28 prisioneros, en su mayoría estudiantes. Todos tenían mucha hambre. A cualquier hora del día o de la noche los guardianes entraban en la celda y sin motivo alguno pegaban a los prisioneros. El padre Mzyk cumplía todas las ordenes a rajatabla. También advertía a los demás para que se cuidaran y no provocaran a los guardianes con su comportamiento. Se notaba que siempre rezaba".
Luego fue trasladado a otra celda. El 20 de febrero entró allí un suboficial alemán, de apellido Dibus, con su chofer, ambos borrachos. Humillaron y golpearon al padre Mzyk brutalmente durante mucho tiempo. Luego le dispararon en la cabeza, por la espalda. El padre Olejniczak, que escuchó todo, añadió un detalle: "Dibus elegía las víctimas, les golpeaba en la cara y les pateaba sin misericordia. En una de estas locuras mataron a vuestro padre Ludovico. Yo intenté ayudar a mi hermano sacerdote cruelmente torturado. Me acerque a él para consolarlo, pero de su boca salieron estas palabras muy significativas: “El siervo no es más que su maestro”. Entonces me incliné y le pedí su bendición. Me la dio".
Otros verbitas que se salvaron de los campos de concentración escribieron: "Siempre guardamos un recuerdo eterno de nuestro padre y maestro (...). Él era nuestro testigo en la renovación de votos que hacíamos en el campo de concentración. A él lo invocábamos al comenzar la letanía de nuestros cohermanos mártires. Pedíamos, por su intercesión, la ayuda desde el cielo para nuestra vida de prisioneros".
El P. Ludovico Mzyk fue beatificado por Juan Pablo II el 13 de junio de 1999 junto con otros tres religiosos verbitas mártires: el P. Alojzy (Luis) Liguda, SVD (1898-1942), el P. Stanisław (Estanislao) Kubista, SVD (1898-1940) y el Hno. Grzegorz (Gregorio) Bolesław Frąckowiak, SVD (1911-1943). Los cuatro comparten en la Sociedad del Verbo Divino la Memoria común del 12 de junio.
¹ El nombre del beato en su lengua natal es Ludwik, que se traduce habitualmente como Ludovico; como vimos al final de la entrada, otro mártir verbita (que comparte con Ludovico y otros dos religiosos la Memoria común del 12 de junio) se llama Alojzy Liguda, nombre que se traduce habitualmente como Luis.
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