El 14 de abril de 2016 nos ocupamos de este Beato, comúnmente llamado santo, muy venerado por los marinos de España (que trajeron la devoción hasta nuestras tierras), y que da nombre a una antigua parroquia y a un tradicional barrio de Buenos Aires.
Dice en la entrada de hoy el Martirologio: «En Tuy, en la región de Galicia, en España, Beato Pedro González «Telmo», presbítero de la Orden de Predicadores, que trató de ser tan humilde como en el pasado había deseado la gloria, y se entregó a ayudar a los más menesterosos, sobre todo a los marineros y a los pescadores».
«Trató de ser tan humilde como en el pasado había deseado la gloria»: En efecto, Pedro era hijo de una noble familia castellana y sobrino del Obispo de Palencia, quien, encargado de su educación, se preocupó más por su bienestar material que por sus progresos espirituales. Pedro fue nombrado canónigo de la catedral antes de la edad requerida, y entró en Palencia, para asumir su nueva dignidad, montado en un soberbio caballo; pero el animal resbaló y derribó al jinete, en medio de las risas de la multitud. Según la tradición, Pedro pronunció entonces estas palabras, que resultaron proféticas: «Puesto que el mundo se burla de mí, yo voy a burlarme del mundo». El incidente le hizo comprender su propia vanidad; por ello renunció al beneficio de su nombramiento e ingresó en la Orden de Santo Domingo. Después de su profesión, sus superiores lo enviaron a predicar, lo que hizo con mucho fruto. El rey Fernando III lo nombró su capellán suyo. Pedro emprendió la tarea de reformar la corte, predicó la Cruzada contra los moros, y con sus consejos, sus oraciones y el buen espíritu que supo sembrar, contribuyó al éxito de las campañas del rey Fernando. Estuvo con el ejército en el sitio de Córdoba, y cuando se rindió la ciudad, hizo cuanto pudo por evitar que los soldados cometiesen excesos. Luego dejó la corte y consagró el resto de su vida a evangelizar, sobre todo, la zona de Galicia. Muchas veces visitaba a los marineros y a los pescadores en sus naves.
Pedro González pasó sus últimos días en Tuy, donde murió en la Pascua de 1246. Su culto fue confirmado en 1741. Al parecer se lo empezó a llamar «San Telmo» -y en parte a confundirlo con San Erasmo- en el siglo XVI.
En Buenos Aires, es venerado de manera particular en la iglesia de Nuestra Señora de Belén, sede de la parroquia de San Pedro Telmo, donde tomamos en 2017 las fotos que ilustran esta entrada.
Para los datos de la biografía, seguimos en general los datos publicados en El Testigo Fiel.
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