Nunca hasta ahora habíamos visitado en este blog la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes del barrio de Belgrano. Lo hacemos hoy, justamente en el día de su fiesta patronal.
Una imagen clásica muestra a la Titular del templo en la gruta -de diseño moderno-, y junto a ella, hincada, a Santa Bernardita, portando una vela. «Lourdes -dijo Benedicto XVI durante una visita al santuario francés- es uno de los lugares que Dios ha elegido para reflejar un destello especial de su belleza, por ello la importancia aquí del símbolo de la luz. Desde la cuarta aparición, Bernadette, al llegar a la gruta, encendía cada mañana una vela bendecida y la tenía en la mano izquierda mientras se aparecía la Virgen. Muy pronto, la gente comenzó a dar a Bernadette una vela para que la pusiera en tierra al fondo de la gruta. Por eso muy pronto, algunos comenzaron a poner velas en este lugar de luz y de paz. La misma Madre de Dios hizo saber que le agradaba este homenaje de miles de antorchas que, desde entonces, mantienen iluminada sin cesar, para su gloria, la roca de la aparición. Desde entonces, ante la gruta, día y noche, verano e invierno, un enramado ardiente brilla rodeado de las oraciones de los peregrinos y enfermos, que expresan sus preocupaciones y necesidades, pero sobre todo su fe y su esperanza».
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