22 de mayo de 2023

22 de mayo: Santa Julia

La Memoria de hoy es escuetamente referida en el Martirologio: «En la isla de Córcega, conmemoración de Santa Julia, virgen y mártir». La concisión se debe, como en otros casos que hemos visto, a la escasez de datos históricos, que se mezclan con elementos legendarios.



Sin embargo, la tradición refiere algunos datos acerca de la santa, que básicamente son los siguientes: Julia era una noble doncella de Cartago. Cuando Genserico tomó la ciudad, en el año 439, fue vendida como esclava a Eusebio, un mercader pagano originario de Siria. Julia sirvió con tanto esmero a su amo, que éste la llevó consigo en un viaje que hizo a las Galias. El navío en que hicieron la travesía se detuvo en Córcega, donde Eusebio desembarcó para asistir a un festival pagano. Julia, que condenaba abiertamente la conducta de su amo, se quedó en la nave.  El gobernador de la isla  interrogó a Eusebio acerca de la esclava, que se había atrevido a insultar a los dioses. Eusebio confesó que era cristiana, pero dijo al gobernador que no podía prescindir de los servicios de una esclava tan fiel y hábil. El gobernador le ofreció cuatro de sus mejores esclavas a cambio de Julia, pero Eusebio no aceptó. Cuando Eusebio, que había bebido demasiado, se quedó dormido, el funcionario mandó traer a Julia, a quien le propuso la libertad a cambio de que ofreciera sacrificios a los dioses. Julia se negó, proclamando  que no deseaba otra libertad que la de seguir en el servicio de su Señor Jesucristo. Esta respuesta enfureció al gobernador, quien ordenó que la sometiesen a diversos tormentos; después mandó que la crucificaran.

 
Según se cuenta, unos monjes rescataron el cadáver de Santa Julia, que fue trasladado a Brescia en el año 763. Santa Julia es la patrona de Córcega y Livorno. Esta última ciudad pretende poseer una parte de sus reliquias.


En el templo porteño que le está dedicado, una escultura de Santa Julia preside el retablo del altar mayor. Está representada con sus atrobitus iconográficos habituales: la palma del martirio y la cruz en la que, como al Señor, le dieron muerte. 

El "Año Cristiano" de Croisset recoge unas palabras que habría pronunciado la santa al saber qué género de muerte le iba a tocar: 
«Siempre he deseado ardientemente, oh  amado Salvador mío, dar la vida por Vos; pero nunca me atreví a prometerme la honra de darla  en un madero a imitación de mi divino Maestro. Dignaos, Señor, admitir el sacrificio que os ofrezco de ella, tened misericordia de estos pobres ciegos,  y perdonadles mi muerte».

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