El Martirologio Romano recoge hoy -en su dies natalis- la conmemoración de San Juan XXIII, de cuya muerte se cumplen exactamente 60 años:
En Roma, San Juan XXIII, papa, cuya vida y actividad estuvieron llenas de una singular humanidad y se esforzó en manifestar la caridad cristiana hacia todos, trabajando por la unión fraterna de los pueblos. Solícito por la eficacia pastoral de la Iglesia de Cristo en toda la tierra, convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II (1963).
Añadamos aquí un breve fragmento de la homilía que pronunció Juan XXIII pocas semanas antes de morir, en la última beatificación que presidió, y que también pueden ser aplicadas a él:
[Es un gran consuelo para el Papa] promover y proceder a la glorificación de los beatos y santos del Señor llamados a recibir del mundo un culto que es alabanza a Dios Padre Omnipotente, homenaje a los prodigios de su gracia, invocada y vivida para la edificación de almas y como sublime escuela de santificación universal a lo largo de los siglos.
¡Qué belleza la Iglesia militante y la Iglesia triunfante, con el esplendor de todas las épocas, con la diversidad de todas las regiones del mundo, llamadas a dar un tributo precioso e incomparable!
Lo que consuela a cuantos han sido llamados a la vida cristiana y a cuantos han ofrecido a Dios esta vida desde su más tierna edad, sin pesar y sin duda alguna, es la idea de no ir a una aventura sin meta, es la certeza de asociarse, con una ideal continuidad de pensamientos y de obras, a las generaciones de los elegidos del pasado; es la confortadora conciencia de transmitir grandes alientos a las generaciones nuevas, que ascienden a lo largo del tiempo y continuarán el buen camino: “Tus santos, Señor, han recorrido un admirable camino sirviendo tus preceptos” (Resp. ad Matut. Comm. pl. Mart, extra temp. pasch.).
La imagen del santo pontífice tocado con la tiara papal y en actitud de bendecir se venera el iglesia dedicada en el barrio de Lugano al Niño Jesús.
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