Por primera vez en la vida de este blog tenemos la ocasión de celebrar la Memoria de San Marón. Como es lógico, lo haremos con fotos que tomamos en la Catedral maronita de Buenos Aires, a él dedicada.
Dice hoy el Martirologio:
«En un monte cercano a Apamea, en Siria, San Marón, eremita, muerto tras una vida de áspera penitencia e intensa piedad. Se fundó después, sobre su sepulcro, un célebre monasterio, en torno al cual fue configurándose la comunidad cristiana a la que dio nombre».
En la liturgia maronita la conmemoración de hoy tiene el grado de Solemnidad. Transcribimos a continuación algunos fragmentos del Huyoso (Oración del Perdón) propio de la liturgia de hoy:
Frumiyyún (Preludio)
Cel: Elevemos la gloria, el honor y las alabanzas al Padre, que llamó a nuestro padre San Marón a una vida ascética de ermitaño; al Hijo, que lo perfeccionó con divinas virtudes; y al Espíritu Santo, que lo hizo partícipe de la vida eterna.
El Bueno, que es digno de gloria y honor en esta festividad y todos los días de nuestra vida, y por todos los siglos.
¡Bienaventurado eres, oh padre nuestro San Marón, porque llegaste a ser una invocación obligada en la boca de los fieles y un ejemplo vivo para el pueblo maronita que lleva tu nombre, y que será reconocido como tal hasta el fin de los tiempos!
Y ahora te pedimos, oh Cristo, esperanza nuestra, por la intercesión de San Marón y con el aroma de este incienso, que con la luz de tu Evangelio nos ilumines en los caminos oscuros de los tiempos; que otorgues el triunfo a tu Iglesia; que conviertas a los que están lejos de ti, y protejas a los que te son cercanos; que extingas las divisiones y las guerras que nos aquejan; que afiances la paz y la tranquilidad entre todos los pueblos; y que concedas el descanso eterno a los fieles difuntos. Y junto con la Virgen María, con nuestro padre San Marón y con todos los santos, te adoremos, te demos gracias y te glorifiquemos a ti, a tu Padre y a tu Espíritu Santo, ahora y por todos los siglos.
Sedro (Cuerpo de la Oración)
Cel: Oh Cristo, nuestro Dios, que te es grato el recuerdo de tus santos, concédenos celebrar dignamente la memoria de nuestro padre San Marón, quien eligió la vida cenobítica y la pureza de espíritu, exclamando y diciendo:
¡Bienaventurado eres, oh padre nuestro San Marón, porque el Evangelio cayó en tu alma como cae el grano de trigo en tierra buena, y preferiste la pobreza de Cristo a los tesoros del mundo!
¡Bienaventurado eres, oh padre nuestro San Marón, porque en el monte de Qorush peleaste el buen combate y los fieles acudieron ahí de todas partes a buscarte! ¡Cuántos enfermos, por tu oración, recuperaron la salud! ¡Cuántos extraviados encontraron, por tu ejemplo, el buen camino! Y ¡cuántos pecadores, por tu intercesión, se arrepintieron y obtuvieron la salvación!
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