«¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!». Este versículo del salmo 50 -el salmo cuaresmal por excelencia- forma parte de la liturgia de hoy.
Una frase equivalente, «Ab omni peccato libera nos Iesu», se lee en el frente de uno de los confesionarios de la Basílica de Nuestra Señora del Socorro: «De todo pecado, líbranos, Jesús».
Con esa frase damos comienzo a una nueva Cuaresma.
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