El mismo día de la muerte del papa Adrián I, en diciembre de 795, los cardenales procedieron a nombrar a un sucesor. La elección recayó unánimemente sobre el cardenal de Santa Susana, quien fue entronizado con el nombre de León III.
Aunque sabemos poco sobre él, León III es recordado por un puñado de motivos: el ataque que sufrió, provocándoles serias heridas, que lo obligó a refugiarse en la corte del rey de los francos; las graves y falsas acusaciones contra él que fueron disipadas tras su solemne juramento de inocencia; su rechazo a la incorporación del "Filioque" en el Credo de Nicea...
Pero, indudablemente, León III es recordado, sobre todo, por haber coronado como emperador a Carlomagno el 25 de diciembre del año 800. Precisamente ese acontecimiento es recordado en el vitral que ahora vemos, que pertenece a la Basílica de Luján. San León, de pie y con tiara, está coronando al emperador (cuya imagen aparece auroleada, pues es considerado beato, como explicamos en nuestra entrada del 28 de enero de 2017).
León III murió el 12 de junio de 816 tras dos décadas de pontificado. Su nombre se agregó al Martirologio Romano -lo que equivalía a una canonización- en el año 1673.
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