En el Ciclo C, la Segunda Lectura de la misa del Séptimo Domingo de Pascua (en los lugares en que no está ocupado por la Solemnidad de la Ascensión) dice así:
Yo, Juan, escuché una voz que me decía:
Pronto regresaré trayendo mi recompensa, para dar a cada uno según sus obras. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin. ¡Felices los que lavan sus vestiduras para tener derecho a participar del árbol de la vida y a entrar por las puertas de la Ciudad!
Yo Jesús, he enviado a mi mensajero para dar testimonio de estas cosas a las Iglesias. Yo soy el Retoño de David y su descendencia, la Estrella radiante.
El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven!», y el que escucha debe decir: «¡Ven!». Que venga el que tiene sed, y el que quiera, que beba gratuitamente del agua de la vida.
El que garantiza estas cosas afirma: «¡Sí, volveré pronto!».
¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!
(Apoc 22, 12-14.16-17.20)
Las palabras en negrita están representadas en la pintura del techo de la Basílica de la Inmaculada Concepción, de Concepción del Uruguay.
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