Para celebrar la Memoria de San José Obrero elegimos una imagen que se venera en la iglesia de igual nombre en la ciudad de Asunción (tomamos ambas fotos en enero de 2019), y unos fragmentos del radiomensaje de San Juan XXIII a los trabajadores el 1° de mayo de 1960.
«Por segunda vez en el decurso del año litúrgico, presenta la Iglesia a la veneración de los fieles a su patrono universal. Hoy se presenta San José en su aspecto característico de un humilde artesano, de un obrero.
(...)
Cuán consolador es pensar que, con su ayuda, cada familia cristiana dedicada al trabajo puede reflejar fielmente el ejemplo y la imagen de la Sagrada Familia de Nazaret, en la cual la constante laboriosidad, incluso a través de la brevedad de la vida, fue cumplida con el más ardiente amor a Dios y con la generosa adaptación a sus amables designios.
Es éste, en el fondo, el significado de la fiesta de hoy. Presentando el ejemplo de San José a todos los hombres, que en la ley del trabajo encuentran marcada su condición de vida, la Iglesia procura llamarles a considerar su gran dignidad y les invita a hacer de esa su actividad un poderoso medio de perfeccionamiento personal y de mérito eterno.
El trabajo es, en verdad, una alta misión; es para el hombre como una colaboración inteligente y efectiva con Dios Creador, del cual recibió los bienes de la tierra para cultivarlos y hacerlos prosperar. Y todo lo que para él es fatiga y dura conquista pertenece al designio redentor de Dios que habiendo salvado al mundo mediante el amor y los dolores de su Hijo Unigénito, convierte los sufrimientos humanos en precioso instrumento de santificación cuando se unen a los de Cristo.
¡Cuánta luz proyecta sobre esta verdad el ejemplo de Nazaret, donde el trabajo fue aceptado gustosamente como manifestación de la voluntad divina! ¡Y qué grandeza adquiere la figura silenciosa y oculta de San José por el espíritu con que cumplió la misión que le fue confiada por Dios. Pues la verdadera dignidad del hombre no se mide por el oropel de los resultados llamativos, sino por las disposiciones interiores de orden y de buena voluntad.
(...)
¡Oh San José, Custodio de Jesús, Esposo castísimo de María, que consumiste tu vida en el cumplimiento perfecto del deber, sustentando con el trabajo de tus manos a la Sagrada Familia de Nazaret; protege los propósitos de quienes confiadamente se dirigen a ti. Tú conoces sus aspiraciones, sus angustias, sus esperanzas; y a ti recurren porque saben que encontrarán en ti quien los comprenda y proteja. También tú experimentaste la prueba, la fatiga, el agotamiento pero también en medio de las preocupaciones de la vida material, tu ánimo, lleno de la más profunda paz exultó de alegría inenarrable por la intimidad con el Hijo de Dios a ti confiado y con María, su dulcísima Madre. Haz también que tus protegidos comprendan que no están solos en su trabajo sino que vean a Jesús junto a ellos; acógelos con tu gracia, protégelos fielmente como tú hiciste. Y obtén que en cada familia, en cada oficina, en cada laboratorio, donde quiera que trabaje un cristiano, sea todo santificado en la caridad, en la paciencia, en la justicia, en la prosecución del bien obrar para que desciendan abundantes los dones de la celestial predilección».
Próxima entrada: 5 de mayo (Beato Gregorio Frackowiak)
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