2 de julio de 2020

2 de julio: Nuestra Señora de Montallegro

En la iglesia del Tránsito de la Santísima Virgen,  ubicada en Perón 3333,  se venera una imagen mariana con una antigua e interesante historia.


En la crónica de los orígenes de la advocación se entremezclan algunos hechos históricos con otros legendarios, fruto de la piedad y de la imaginación popular. Para relatarlos, seguimos lo que señala el sitio web oficial del santuario italiano dedicado a la advocación. Allí se distingue el "evento" y la "tradición popular" (citamos en traducción libre propia)
El viernes 2 de julio de 1557, Giovanni Chichizola  regresaba de Génova a su pueblo, probablemente alguno de los pequeños poblados en los alrededores de Rapallo. Fatigado por el viaje y el calor, se detuvo a la sombra de un modesto espolón de roca y se quedó dormido. Al despertar de un breve sueño reparador, vio cerca de allí, junto a una fuente de agua fresca, una tablilla pintada con una representación del Tránsito de María. Era una tabla de madera de álamo, de dimensiones modestas (18 x 15 cm), ahuecada en la parte superior y en la que ya entonces había señales del paso del tiempo (aunque desde el siglo XVI hasta hoy el cuadro no ha sufrido deterioro y actualmente aparecen en toda la intensidad los colores originales). Algunos lo atribuyeron a San Lucas Evangelista, y otros a San Lucas el Ermitaño, que vivió en el siglo XI (de ese siglo parece en efecto proceder, según los últimos estudios modernos).
El "Quadretto"
La piedad popular leyó en la "Dormición" la firme decisión de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, de ser alojada allí, donde es más difícil aceptar las pruebas de una existencia marcada por el dolor. El "Quadretto", como es llamado allí en Rapallo, pronto se revelará como un signo del propósito providencial de María: quedarse definitivamente en la montaña que domina Rapallo, la que, después del evento, se llamará Montallegro.
Hasta aquí el hecho mismo, el "evento". Pero el descubrimiento de la imagen asumirá una versión solemne y sugestiva en la tradición popular. Según esa tradición, la Virgen se apareció al  humilde Giovanni Chichizola, rodeada de ángeles, y le asignó la tarea de convertirse en un mensajero fiel, para los habitantes de Rapallo, de una prueba extraordinaria de su amor: el lugar donde fue hallado el icono debía convertirse en un lugar de culto y un signo visible  de su presencia materna.  
Giovanni, después de la "visión", vuelve a Rapallo y, con mucho temor de no ser creído, cuenta el incidente al párroco, el único que puede darle crédito. En el pequeño poblado, algunos le creen y otros se mantienen cautelosos y fríos. Sin embargo, el párroco, acompañado por un grupo de fieles, decide escalar la montaña para ver qué había sucedido realmente. El sacerdote encuentra efectivamente la misteriosa tablilla pintada, junto a unos arbustos, cerca de la fuente de agua dulce; la toma en sus manos y decide transportarla a Rapallo y guardarla en un lugar seguro. Pero, misteriosamente, el icono aparece de nuevo en la montaña a la mañana siguiente. Pensando que quizás no había guardado el debido respeto en el traslado de la imagen,  el sacerdote, seguido por el clero, los regentes de la ciudad y el pueblo, regresa solemnemente la imagen a la iglesia parroquial. Pero una vez más, y  pese a haber estado guardada en un armario cerrado, el cuadro aparece nuevamente en la cima del monte, donde -se interpreta entonces- María quiere ser honrada.



Hemos mostrado el cuadrito (que además se ve a los pies de la Virgen en todas las demás fotos), pero nuestro interés de hoy es la imagen de María junto a Chichizola, que es propiamente Nuestra Señora de Montallegro. A la imagen de la Dormición que aparece en el cuadro le dedicaremos la entrada del próximo 15 de agosto.

En la página oficial del santuario ligur hay una plegaria, que traducimos con cierta libertad, para cerrar con la oración esta entrada:


Oh Madre de Jesús y Madre nuestra, Reina del cielo y de la tierra,
que te dignaste aparecer sobre el Monte Allegro y dejar, como signo de predilección,
el precioso cuadrito de tu Tránsito;
poderosa defensora de nuestros antepasados y de Liguria,
nuestra alegría y nuestra gloria:
A Ti recurrimos con afecto de hijos
que ponen en su propia Madre toda su confianza.
Nuestras palabras son insuficientes para agradecerte y alabarte
por tantos prodigiosos beneficios que nos concedes,
pero confiamos nuestras plegarias y alabanzas
 a los santos y ángeles que te hacen corona.
Que tu culto y el celo por alabarte y glorificarte
no languidezca en nuestro corazón, en nuestras familias, en nuestra ciudad, 
como bien lo mereces.
Socórrenos, oh piadosísima Virgen María, 
en los días de nuestra atribulada vida,
asístenos en el momento de nuestra agonía,
y guíanos y confórtanos en el tránsito a la eternidad.

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