15 de septiembre de 2020

15 de septiembre: El Señor del Milagro


En el año 1592 dos grandes cajones aparecieron flotando sobre las aguas del Océano Pacífico, en las cercanías del puerto del Callao en el Perú.  Uno de los cajones tenía grabada la frase  «Una virgen del Rosario para el convento de predicadores de la ciudad de Córdoba»; el otro, que es el que ahora nos interesa, decía «Un Cristo crucificado para la iglesia matriz de la ciudad de Salta». Eran imágenes que habían sido enviadas por el antiguo Obispo del Tucumán, Fray Francisco de Victoria, quien además había estado presente en la fundación de la ciudad de Salta. 

El Virrey del Perú, García Hurtado de Mendoza, ordenó que las imágenes fueran enviadas a sus respectivos destinatarios según la voluntad del Obispo Vitoria.  El Cristo, del que ahora nos ocupamos, llegó a Salta y fue recibido con entusiasmo, pero luego fue olvidado por largo tiempo.

Cien años más tarde, el 13 de septiembre de 1692, un gran temblor sacudió la ciudad de Esteco, cercana a Salta. Esteco quedó definitivamente arruinada, por lo que poco más tarde sería despoblada. El sismo fue también percibido en Salta. Los salteños pensaron que su ciudad sería destruida, pero en general los daños no fueron tan graves, si bien la iglesia matriz sufrió serios deterioros. Al ingresar al templo,  fue encontrada una imagen de la Virgen en el suelo, a los pies de una imagen de Cristo, como si lo mirara en actitud orante; la imagen no había sufrido ningún daño en su rostro ni en sus manos, pese a su gran tamaño y  a la altura de la que había caído; sólo habían cambiado  los colores del rostro, que quedó pardo y macilento. Todo ello fue interpretado como una súplica  de la Virgen ante su Hijo, con el resultado de los escasos daños sufridos por la ciudad.


Sin embargo, los temblores de tierra continuaron. Un sacerdote,  José Carrión, afirmó sentir  una voz que con toda claridad le decía que mientras no se sacara al Cristo en procesión, no cesarían los terremotos. Recordando entonces la imagen enviada un siglo antes,  varios fieles entraron al templo y, bajándola de donde estaba, la acomodaron en andas y la sacaron al atrio de la derruida iglesia. Luego el Cristo fue sacado en procesión  con el ruego de que cesaran los temblores. Al amanecer del día 15 la tierra dejó de temblar, aunque volvió a estremecerse a la noche, mientras el pueblo no cesaba de rezar ante la imagen.  El día 16 volvió definitivamente la calma y  se comenzó a hablar del «milagro». Días más tarde llegaron noticias de la destrucción total de Esteco, lo cual aumentó la magnitud del milagro obrado por la Virgen y el Señor de la iglesia de Salta.


Hasta nuestros días, el pueblo salteño venera con un extraordinario fervor al Señor del Milagro. En julio de 2019 visitamos Salta y pudimos constatar personalmente la magnitud de la devoción de los lugareños por su Patrono. Ya en ese mes habían comenzado, con gran concurso de fieles, los preparativos para las grandes fiestas de septiembre: la Virgen del Milagro el día 13 y el Señor del Milagro el día 15. Tomamos en ese momento las fotos que ilustran esta entrada


En Salta, la conmemoración de hoy tiene la categoría de Solemnidad, misa propia y lecturas propias.

Próxima entrada: 19 de septiembre (Santa María de Cervellón)

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