La Virgen de Chapi es una advocación mariana del Perú. Su santuario está ubicado en un sitio desértico denominado Chapi, cerca de la ciudad de Arequipa, en el distrito de Polobaya.
El culto a la Virgen de Chapi dio comienzo en el siglo XVIII. El actual santuario es del siglo XX.
El culto a la Virgen de Chapi dio comienzo en el siglo XVIII. El actual santuario es del siglo XX.
Dado que se trata de una imagen de la Virgen en su advocación "de la Candelaria" o "de la Purificación", su festividad se celebra el 2 de febrero. «Pero los peregrinos han escogido de preferencia el 1º de mayo, en que se da inicio al mes dedicado a María, y también el 8 de setiembre, fiesta de su Natividad», como leemos en un sitio mariano del Perú. En esta última fecha recordamos hoy a la Madre de Dios en esta simpática advocación, mediante una imagen que se venera en la iglesia de la Visitación, de nuestra ciudad.
El 2 de febrero de 1985 el papa San Juan Pablo II coronó en Arequipa a la imagen de la Virgen de Chapi; en la ocasión beatificó también a una dominica peruana. Dijo el Pontífice entonces esta plegaria:
«Ante la imagen de Nuestra Señora pongo las intenciones de toda la Iglesia, especialmente de la Iglesia en el Perú y en Arequipa:
El 2 de febrero de 1985 el papa San Juan Pablo II coronó en Arequipa a la imagen de la Virgen de Chapi; en la ocasión beatificó también a una dominica peruana. Dijo el Pontífice entonces esta plegaria:
«Ante la imagen de Nuestra Señora pongo las intenciones de toda la Iglesia, especialmente de la Iglesia en el Perú y en Arequipa:
Oh Madre de Cristo, Santa Madre de Dios, venerada con amor tan entrañable por el Pueblo de Dios en toda la tierra peruana.
Madre y Reina de todos los Santos que ha dado esta tierra: Toribio de Mogrovejo, Rosa de Lima, Martín de Porres, Juan Macías, Ana de los Ángeles, proclamada Beata en el día de hoy.
No dejes de llevar a Jesús en tus manos; llévalo a los corazones de todos los que, en esta tierra, tan amorosamente confían en ti.
Llévalo siempre, como lo llevaste al templo de Jerusalén; que los ojos de nuestra fe se abran en todo momento como se abrieron los ojos de Simeón.
Junto con él profesamos:
¡«Luz para iluminar a las gentes»!
Que en El los ojos de nuestra le vean siempre la salvación que viene de Dios... ¡Del mismo Dios!».
Próxima entrada: 9 de septiembre (San Pedro Claver)
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