«La Virgen de los Treinta y Tres está en el alma del pueblo uruguayo. La imagen es pequeña: mide tan solo treinta y seis centímetros de alto. De característico estilo barroco dieciochesco, reproduce el tipo de Vírgenes de Murillo: abundancia de ropas, amplitud de pliegues y movimiento, suntuosidad del manto, y cierto preciosismo en el rostro y en las manos.
Los señores Monestier Hnos., al restaurarla en 1909, comprobaron que la madera tallada es de cedro de las Misiones. Este dato, sumado a lo mucho que se sabe acerca del desarrollo de la escultura en las Misiones Jesuíticas del Paraguay, nos permite barruntar el origen de la imagen. En el siglo XVIII los Padres Jesuitas poseían en La Calera, en las cercanías de Florida, una estancia de la que se conserva el sólido edificio principal. Nada más natural que ellos, devotos de la Inmaculada, trajeran consigo una imagen de esta advocación, de sus excelentes talleres guaraníes. En los límites de la estancia había un arroyo que desde entonces comenzó a denominarse con el bello nombre de Arroyo de la Virgen, nombre que felizmente se conserva… Aunque no se conozcan documentos escritos que atestigüen estas cosas, las coincidencias son tan elocuentes que resulta más difícil dudar que creer.
La primitiva capilla del Pintado, construida en 1779 en las cercanías del arroyo de la Virgen, fue dedicada a la Reina de los Ángeles, bajo la advocación de Nuestra Señora de Luján, por voluntad expresa del indio Antonio Díaz, donante del terreno. Esto está perfectamente documentado.
Después del desembarco en la Agraciada, los soldados de la Patria conquistan los pueblos y, uno tras otro —Soriano, Colonia, San José, Guadalupe y La Florida— enarbolan los viejos colores de Artigas. El 14 de junio los representantes de los pueblos de la Provincia se reúnen en Florida y declaran instalada la Asamblea soberana… La tradición, sintetizada por el historiador Montero Bustamante, completa así la narración de la jornada:
"A mediodía el Brigadier Lavalleja y los miembros del gobierno provisorio, asistidos de los funcionarios civiles y jefes militares, y seguidos por el pueblo que llenaba la plaza mayor, donde formaba cuadro el Ejército de la Patria, se dirigieron a la iglesia parroquial, donde se cantó el solemne Te Deum y el Párroco dio la bendición a héroes y pueblo. La bandera tricolor se inclinó entonces, por primera vez, ante la imagen sagrada de la Virgen, titular de la Iglesia, y próceres y soldados doblaron reverentes la rodilla"
La misma tradición dice que el 25 de agosto los asambleístas, antes de ir a la Piedra Alta para la lectura solemne del Acta de la Independencia, que haría el Pbro. Juan Francisco Larrobla, Presidente de la Asamblea, asistieron a la misa y Te Deum, oficiados ante el altar de la Virgen».
Son palabras de monseñor Carlos Parteli, que recoge hoy la Liturgia de las Horas en la Segunda Lectura (alternativa) del Oficio de Lecturas de la Solemnidad (en Uruguay) de la Virgen de los Treinta y Tres. Sintetizan la historia de esta advocación uruguaya que se venera como Patrona de la nación hermana, ligada a los Treinta y Tres Orientales que le dieron independencia.
Son palabras de monseñor Carlos Parteli, que recoge hoy la Liturgia de las Horas en la Segunda Lectura (alternativa) del Oficio de Lecturas de la Solemnidad (en Uruguay) de la Virgen de los Treinta y Tres. Sintetizan la historia de esta advocación uruguaya que se venera como Patrona de la nación hermana, ligada a los Treinta y Tres Orientales que le dieron independencia.
San Juan XXIII, a pedido de los Obispos y del Gobierno Nacional, le otorgó en 1961 la coronación pontificia y en 1962 la declaró Patrona de la República Oriental del Uruguay.
El 8 de mayo de 1988, al visitar su santuario, San Juan Pablo II le consagró el Uruguay con las palabras que cierran este entrada y que, con adaptaciones, se usaron para la renovación de la consagración en 2019 (la fiesta suele tener lugar en el segundo domingo de noviembre).
ORACIÓN DE SAN JUAN PABLO II
(con adaptaciones)
Florida, Uruguay
Domingo 8 de mayo de 1988 – Domingo 10 de noviembre de 2019
¡Feliz porque has creído, Madre del Redentor!
Ante tu imagen sagrada, oh Virgen de los Treinta y Tres,
el Pueblo de Dios que peregrina en Uruguay,
reconociéndote como Madre y Patrona,
se confía a nuestra voz para ensalzarte:
“¡Feliz porque has creído!”,
y con inefable gratitud te aclama Maestra de su fe.
Tu mirada bondadosa
acompaña los caminos de evangelización
y sostiene con amor solícito
la peregrinación de fe y de esperanza
de todo el Pueblo de Dios en esta tierra,
que en ti pone su confianza
y a ti encomienda sus aspiraciones
de vivir cada día en creciente fidelidad a Cristo.
¡Bendita entre las mujeres! ¡Bendito el fruto de tu vientre!
Ponemos bajo tu amparo nuestra Patria,
su futuro de paz y de progreso;
a cada uno de nuestros hermanos uruguayos
de la ciudad y del campo,
obreros y empresarios, trabajadores y estudiantes,
gobernantes y ciudadanos,
hombres y mujeres,
ancianos, jóvenes y niños,
para que todos vivamos en armonía y concordia.
Madre del Verbo de la vida, Virgen de Nazaret,
te encomendamos encarecidamente en este día
todas las familias del Uruguay.
Que sean felices afianzando más y más
el vínculo indisoluble y sagrado del matrimonio;
que sean benditas porque respetan la vida que nace,
como don que viene de Dios,
desde el mismo seno materno.
Haz que cada familia sea de veras una iglesia doméstica,
–a imagen de tu hogar de Nazaret–,
donde Dios esté presente
para hacer llevadero el yugo suave de su ley
que es siempre amor,
y donde los hijos puedan crecer en sabiduría y gracia,
sin que les falte el alimento, la educación, el trabajo.
Que el amor de los uruguayos hacia ti,
se traduzca en respeto y promoción de la mujer,
ya que eres espejo de su vocación y dignidad,
con la Iglesia y en la sociedad.
¡Virgen del Magnificat, fiel a Dios y a la humanidad!
Te ofrecemos y ponemos bajo tu protección,
la Iglesia entera del Uruguay,
los obispos y los sacerdotes, los diáconos permanentes,
los religiosos y religiosas,
los seminaristas y novicios
y cuantos están dedicados
al servicio de la evangelización
y del progreso de este pueblo:
los misioneros, los catequistas,
los laicos comprometidos, los jóvenes.
Tú que eres la imagen perfecta y viva de la libertad,
de la unión indisoluble entre el amor de Dios
y el servicio a los hermanos,
entre la evangelización y la promoción humana,
enséñanos a poner en práctica
el amor preferencial de Dios por los pobres y humildes.
Que toda la Iglesia del Uruguay,
bajo tu mirada, con tu ayuda y siguiendo tu ejemplo,
trabaje sin descanso por implantar
el Evangelio de las bienaventuranzas,
garantía de libertad, de progreso, de paz;
y promueva la solidaridad con las demás naciones hermanas.
Somos, por la gracia, hijos de Dios y hermanos en Cristo,
sellados por el mismo Espíritu,
miembros de la misma Iglesia
e hijos tuyos, Madre del Redentor.
Que podamos dar testimonio de nuestra fe con audacia
y, por la acción de tu Espíritu,
nuestro Uruguay sea fiel a su historia,
marcada por la Cruz y por tu presencia amorosa de Madre,
Capitana y Guía de nuestra libertad.
La imagen que ilustra esta entrada corresponde a una réplica de la imagen original, que se venera en la Basílica del Santísimo Sacramento de la localidad uruguaya de Colonia.
Fuentes de la información de esta entrada: Conferencia Episcopal del Uruguay; "Uruguay le canta a la Virgen"
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