17 de noviembre de 2021

17 de noviembre: Santos Mártires Rioplatenses

Se celebra hoy la memoria de los tres mártires rioplatenses Roque González de Santa Cruz, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo; en esta entrada,  sin embargo, nos concentraremos en el primero de ellos. Recogimos la información  del sitio oficial de los jesuitas en el Paraguay; las fotos las tomamos en enero de 2019 en la parroquia Cristo Rey de la ciudad de Asunción.


«El primer santo paraguayo, Roque González de Santa Cruz, nació en Asunción en el año 1576. Durante los primeros años de su vida aprendió a hablar el guaraní y a trabajar el campo. Ambas cualidades le fueron de gran utilidad en su ulterior labor evangelizadora. A los 23 años recibió la ordenación sacerdotal siendo uno de los primeros sacerdotes diocesanos ordenados en la región de Río de la Plata.

Al inicio, su labor pastoral se centró en la atención a los indígenas, a quienes amaba entrañablemente. Ocho años más tarde fue nombrado párroco de la catedral de Asunción. Su abnegada dedicación a los demás, junto con su espíritu práctico le mereció el cargo de provisor y vicario general de todo el obispado.

Sin embargo, en medio de estos reconocimientos, el P. Roque experimentaba una gran nostalgia por su labor con los indígenas. Así, el 9 de mayo de 1609 abandonó sus cargos y privilegios para ingresar en el noviciado de la Compañía de Jesús. La decisión no estuvo exenta de fricciones, especialmente con sus familiares que pertenecían a la clase privilegiada de la colonia (el hermano del P. Roque era teniente general y gobernador de Asunción).

Su ingente labor misionera comenzó en la reducción de “San Ignacio de Loyola”. En ella los aborígenes aprendían trabajos manuales y las primeras letras, y se les instruía en la doctrina católica. Los misioneros llevaban la paz de Cristo a esos territorios, respetando las tradiciones culturales de los nativos y compartiendo con ellos el mensaje de Cristo. El P. Roque era el alma de la vida litúrgica y religiosa de la reducción; pero también –sin descuidar la cura de almas un solícito promotor de su vida económica y social. Su anhelo de llevar el evangelio a sus “nuevos hijos”, como él solía llamarlos, le llevó a emprender la fundación de 10 reducciones más.

A pesar del bien que los misioneros realizaban en la región, su labor no dejó de inquietar a los hechiceros, que veían en ellos una amenaza para sus intereses. En noviembre de 1628, mientras el P. Roque y otro sacerdote, el P. Alfonso Rodríguez, trabajaban en la reducción de Todos los Santos del Caaró, un hechicero llamado Nezú organizó una revuelta. En ella los indígenas asesinaron a los misioneros con sus italaás -una especie de hacha- y entregaron sus cuerpos a las llamas. Los asaltantes quemaron el cuerpo del P. Roque». Para gran asombro de los asesinos, a pesar de que el cuerpo estaba quemado, «su corazón milagrosamente permaneció intacto».

El corazón incorrupto de Roque fue llevado a Roma para una revisión; volvió a América en 1928 y fue venerado por un tiempo en la iglesia del Salvador en Buenos Aires. Actualmente la reliquia de San Roque González de Santa Cruz se encuentra en la Parroquia Cristo Rey de Asunción.




En 1934, Roque González y sus compañeros Alonso Rodríguez y Juan del Castillo fueron beatificados por el Papa Pío XI.  
El 16 de mayo de 1988 el Papa Juan Pablo II, durante su visita al Paraguay, canonizó a los tres jesuitas. 



«El corazón incorrupto del padre Roque González de Santa Cruz constituye una imagen elocuente del amor cristiano, capaz de superar todos los límites humanos, hasta los de la muerte».
(San Juan Pablo II, Homilía en la misa de la canonización, 16 de mayo de 1988)

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