17 de enero de 2022

17 de enero: San Antonio, abad

A San Antonio "el Grande" el Martirologio lo recuerda hoy con estas palabras: «Memoria de San Antonio, abad, quien, habiendo perdido a sus padres, distribuyó todos sus bienes entre los pobres, siguiendo la indicación evangélica, y se retiró a la soledad de la región de Tebaida, en Egipto, donde llevó vida ascética. Trabajó para reforzar la acción de la Iglesia, sostuvo a los confesores de la fe durante la persecución desencadenada bajo el emperador Diocleciano, apoyó a San Atanasio contra los arrianos y reunió a tantos discípulos que mereció ser considerado padre de los monjes».


Transcribimos la información que provee el libro "Todos los Santos" de José Luis Repetto:

«Conocemos su biografía a través de la Vida que de él escribió San Atanasio de Alejandría. Nació en Quemán (Egipto) h. el 250 en el seno de una familia acomodada. Muertos sus padres, queda al cuidado de su hermana menor y de su hacienda. Habiendo oído la llamada de Jesús en el evangelio a darlo todo a los  pobres, renunció a sus bienes y se fue a las afueras del pueblo, donde, en una pequeña ermita, comenzó a llevar una vida retirada y penitente. Quince años más tarde se retira a las montañas de Pispir, cerca del Mar de Rojo, y se instala en una vieja fortaleza abandonada, dedicado a la oración y haciendo espuertas para vencer la ociosidad. Allí se dirigía la gente para pedirle orientación y consuelo, incluso algunos empezaron a querer vivir como él lo hacía. Se llenó así la zona de ermitaños, dedicados a la penitencia y la alabanza divina, teniendo a Antonio como inspirador y modelo. Hacia el 323 se retiró a una soledad más profunda en los desiertos de Tebaida, y estuvo solo muchos años hasta que al final admitió la compañía de dos discípulos Por dos veces volvió a Alejandría: en persecución, para sostener a los mártires, y para apoyar a San Atanasio en su lucha contra el arrianismo. Murió el 17-1-356 ya centenario».



Prefacio de San Antonio en el Misal Ambrosiano:

Te ofrecemos el sacrificio de alabanza
en la fiesta de San Antonio,
que, ardiendo en tu amor,
supo acoger la invitación del evangelio
con dedicación total y profunda alegría.
Impulsado por tu gracia
a seguir a Cristo con corazón libre y puro,
entregó a los pobres todos sus bienes.
Superando con la fuerza del espíritu
la debilidad del cuerpo,
vivió en perfecta comunión contigo, oh Padre, 
en la hosca soledad del desierto.

Su imagen se venera en la iglesia de la parroquia Niño Jesús de Lugano.

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