25 de marzo de 2022

25 de marzo: «Conmemoración del santo Ladrón»

 


(Del Martirologio de 1956)

Dice hoy el Martirologio: «Conmemoración del santo ladrón, que en la cruz reconoció a Cristo, y de Él mereció oír: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso" (s. I)».

Aunque la crucifixión del Señor junto a otras dos personas aparece en los cuatro Evangelios (Mt 27, 44; Mc 15, 27; Lc 23, 33ss; Jn 19, 18), es el de Lucas  el que trae el precioso diálogo entre Jesús y el Buen Ladrón:

Cuando llegaron al lugar llamado «del Cráneo», lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. (...) Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».  Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?  Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino». Él le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».

El apócrifo Evangelio de Nicodemo trae el relato extendido del breve episodio bíblico, así como el supuesto nombre de este personaje: 

Y mandó en seguida que se lo crucificase en el lugar en que había sido detenido, con dos malhechores, cuyos nombres eran Dimas y Gestas. 

Y Jesús salió del Pretorio y los dos ladrones con él. Y cuando llegó al lugar que se llama Gólgota, los soldados lo desnudaron de sus vestiduras y le ciñeron un lienzo, y pusieron sobre su cabeza una corona de espinas y colocaron una caña en sus manos. Y crucificaron igualmente a los dos ladrones a sus lados, Dimas a su derecha y Gestas a su izquierda.

Y Jesús dijo: 'Padre, perdónalos, y déjalos libres de castigo, porque no saben lo que hacen'. Y ellos repartieron entre sí sus vestiduras.  Y el pueblo estaba presente, y los príncipes, los ancianos y los jueces se burlaban de Jesús, diciendo: 'Puesto que a otros salvó, que se salve a sí mismo. Y si es hijo de Dios, que descienda de la cruz'.

Y los soldados se mofaban de él, y le ofrecían vinagre mezclado con hiel, exclamando: 'Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo'.  Y un soldado, llamado Longinos, tomando una lanza, le perforó el costado, del cual salió sangre y agua.  Y el gobernador ordenó que, conforme a la acusación de los judíos, se inscribiese sobre un rótulo, en letras hebraicas, griegas y latinas: 'Éste es el rey de los judíos'.  Y uno de los ladrones que estaban crucificados, Gestas, dijo a Jesús: 'Si eres el Cristo, líbrate y libértanos a nosotros'. Mas Dimas lo reprendió, diciéndole: '¿No temes a Dios tú, que eres de aquellos sobre los cuales ha recaído condena? Nosotros recibimos el castigo justo de lo que hemos cometido, pero él no ha hecho ningún mal'. Y, una vez hubo censurado a su compañero, exclamó, dirigiéndose a Jesús: 'Acuérdate de mí, señor en tu reino'. Y Jesús le respondió: "En verdad te digo que hoy serás conmigo en el paraíso".

El mural de la iglesia de Todos los Santos y Ánimas recoge las palabras de Jesús y, simbólicamente, la cruz de San Dimas, el Buen Ladrón, aparece como transfigurada, parecida a la del Redentor, a su diestra, mientras que la del otro malhechor queda oscura, del otro lado.

Es significativo que esta Memoria coincida con la Solemnidad de la Anunciación del Señor, ya que esta fecha, según ciertos cálculos y una antigua tradición,  corresponde exactamente también al día de la muerte de Cristo en la Cruz.


Oración a San Dimas:

Oh bienaventurado ladrón, que recibiste la gracia de compartir los sufrimientos de mi Salvador. Junto a Jesús clavado en su cruz estabas tú, donde hubiera querido estar yo: pecador arrepentido, y compasivo. Tu cabeza inclinada hacia el divino crucificado es también la imagen de la mía. La mayoría de los hombres han amado a Cristo en sus milagros y en su gloria. Pero tú le has amado en su abandono, en sus dolores, en su agonía. Obtenme a mí, que también soy ladrón, que a la hora de mi muerte reciba piedad, y ternura, y que los últimos latidos de mi pobre corazón sean como el tuyo, en unión de amor con el de Cristo Jesús muriendo por nosotros. Amén.


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¹  Jesús Castellano. "El año litúrgico - Memorial de Cristo y mistagogía de la Iglesia" (Barcelona, CPL, 1994), pag. 292

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