La tradición señala que en época del papa Liberio (que gobernó la Iglesia entre 352 y 366) la Madre de Dios manifestó que deseaba que se le erigiese una iglesia en cierto lugar de Roma, mediante una nevada milagrosa en pleno verano.
En ese tiempo vivía en Roma una piadosa pareja de gran riqueza material pero sin hijos; el matrimonio rezó con devoción a María para que Ella los guiara a fin de saber a quién dejarle la herencia. La Virgen se les apareció en sueños en la noche del 4 de agosto, diciéndoles que deseaba que le construyeran una basílica en el Monte Esquilino (una de las siete colinas de Roma), en el punto preciso que Ella señalaría con una nevada. Según una versión, también se le apareció al Papa Liberio con el mismo mensaje; otra versión dice que el matrimonio se dirigió de inmediato a ver al Papa para hacerle saber el mensaje de la Virgen. Lo cierto es que en la mañana del 5 de agosto, mientras brillaba el sol en pleno verano romano, la ciudad quedó sorprendida al ver un terreno nevado. La nieve cubría exactamente el espacio que debía ser utilizado para el templo y desapareció una vez señalado el lugar. La obra se concluyó un año después, gracias a los aportes de la familia. Aunque ese templo original ya no existe, en el mismo lugar fue edificado en 434 otro grandioso templo en honor de la Madre de Dios, como recuerdo del Concilio de Éfeso; recibió el nombre de Santa María la Mayor, por ser en dignidad y antigüedad la primera de las iglesias de la Ciudad Eterna consagradas a la Theotokos.
Las dos fotos que ilustran esta entrada (la primera tomada en 2022, la segunda en 2015) se exhiben en el templo porteño dedicado a Nuestra Señora de las Nieves y representan, de derecha a izquierda, la aparición de la Virgen durante el sueño del matrimonio, la nevada milagrosa en el monte, y el encuentro de los piadosos esposos con el papa Liberio.
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