11 de junio de 2018

11 de junio: San Bernabé

«Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la obra a la cual los he llamado».  Esa frase aparece en el libro de los Hechos de los Apóstoles dicha por el Espíritu Santo mientras en la comunidad cristiana de Antioquía «celebraban el culto del Señor y ayunaban» (Hech 13, 2).  La primera parte de la frase puede leerse, en latín,  en la cinta que sostiene San Bernabé en la siguiente imagen:


El Martirologio lo menciona así:  «San Bernabé, apóstol, varón bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, que formó parte de los primeros creyentes en Jerusalén, predicó el Evangelio en Antioquía e introdujo entre los hermanos a Saulo de Tarso, recién convertido. Con él realizó un primer viaje por Asia para anunciar la Palabra de Dios, participó luego en el Concilio de Jerusalén y terminó sus días en la isla de Chipre, su patria, sin cesar de difundir el Evangelio».

Pese a que no fue uno de los Doce elegidos por Jesús, la Iglesia siempre lo consideró y lo llamó "apóstol", así como a San Pablo, su compañero en tantas andanzas evangelizadoras relatadas en los Hechos de los Apóstoles. 

Ese libro lo menciona en numerosas ocasiones. Por ejemplo:  Bernabé, «levita, natural de Chipre», vende sus bienes para ponerlos en común en la comunidad en Jerusalén (Hech 4, 36) , intercede en favor de Saulo (9,27); es llamado «hombre, lleno de fe y del Espíritu Santo» (11,24) cuando es elegido para predicar el Evangelio en Antioquía; obtiene más tarde, para esa misma tarea, la cooperación de San Pablo, y ambos no sólo logran allí un gran éxito apostólico, sino que Antioquía es el lugar donde, por primera vez, se dio el nombre de cristianos a los seguidores de la doctrina de Jesús (11,26).

Un episodio de su vida en particular queremos subrayar, porque aparece representado en la parte inferior del mismo vitral: En Iconio, Pablo y Bernabé «anunciaron la Buena Noticia» y realizaron «signos y prodigios»; algunos habitantes los  siguieron  y otros, en cambio, deseaban apedrearlos, por lo que ambos huyeron a Listra, una ciudad cercana. Allí curaron a un paralítico de nacimiento; entonces «la multitud comenzó a gritar en dialecto licaonio: "Los dioses han descendido hasta nosotros en forma humana",  y daban a Bernabé el nombre de Júpiter, y a Pablo el de Mercurio porque era el que llevaba la palabra. El sacerdote del templo de Júpiter que estaba a la entrada de la ciudad, trajo al atrio unos toros adornados de guirnaldas y,  junto con la multitud, se disponía a sacrificarlos. Cuando Pablo y Bernabé se enteraron de esto, rasgaron sus vestiduras y se precipitaron en medio de la muchedumbre, gritando: "Amigos, ¿qué están haciendo? Nosotros somos seres humanos como ustedes, y hemos venido a anunciarles que deben abandonar esos ídolos para convertirse al Dios viviente que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. En los tiempos pasados, él permitió que las naciones siguieran sus propios caminos. Sin embargo, nunca dejó de dar testimonio de sí mismo, prodigando sus beneficios, enviando desde el cielo lluvias y estaciones fecundas, dando el alimento y llenando de alegría los corazones"».

El medallón  inferior del vitral muestra San Bernabé rechazando la adoración que le quieren tributar los paganos. 

Más adelante Bernabé participa con Pablo del Concilio de Jerusalén (15, 1-35) y luego, tras algunas diferencias entre ambos, Pablo se separa de Bernabé y los dos continúan su labor apostólica por caminos separados (15, 36-41). También es nombrado por Pablo en la Primera Carta a los Corintios, en la Carta a los Gálatas y en la Carta a los Colosesnses.

Fuera de esos diversos datos que nos ofrece la Escritura, poco sabemos con certeza acerca de la vida  de Bernabé. Según el libro "El año litúrgico", de J. Pascher, la tradición legendaria «le ha atribuido ocasionalmente la paternidad de la carta a los Hebreos, del evangelio apócrifo de Bernabé (s. XIV)  y de la llamada "carta de Bernabé"»Respecto de la fiesta de hoy, dice la misma fuente: «el 11 de junio, según Beda,  es, en armonía con la tradición oriental, el día en que se habrían hallado los huesos del santo bajo el emperador Zeón (474-91)».  De acuerdo con la leyenda de este hallazgo, «al abrir su sepulcro, se le halló sobre el pecho el evangelio de San Mateo».

El vitral pertenece a la Basílica de Luján y tomé las fotos en diciembre del año pasado.

Próxima entrada: 13 de junio (San Antonio de Padua)

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