San Juan de Mata y San Félix de Valois fueron los fundadores, en el siglo XII, de la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos, cuyo lema es “Gloria a ti Trinidad y a los cautivos libertad”.
Desde sus comienzos, la Orden Trinitaria tuvo una especial devoción por la Virgen María en su advocación «del Remedio» o «del Buen Remedio».
Un sitio trinitario español relata así los orígenes de esta devoción:
«A la llamada de Dios para la redención de cautivos sigue la alegría por la respuesta y el desconcierto por los medios para realizarla. La actividad redentora de la naciente Orden Trinitaria se convierte en un verdadero quebradero de cabeza para Juan de Mata y los primeros trinitarios redentores: no sólo tienen que conseguir el dinero suficiente para comprar la libertad de los cautivos sino que además deben realizar el viaje a lugares que están en guerra con los cristianos, y convencer a los que tienen esclavos musulmanes para que les liberen y así poderlos cambiar por esclavos cristianos. Toda una empresa llena de riesgos e incertidumbres, para la que Juan encuentra pocas soluciones. Y es aquí donde se sitúa la tradición más conocida y recordada de la Virgen María con los trinitarios. Según cuenta, mientras Juan de Mata paseaba por una playa cercana a Marsella, totalmente abatido por la falta de dinero para la obra de la redención, se le apareció la Virgen María y le dio una pequeña bolsa con dinero suficiente para el rescate de los cautivos cristianos, prometiéndole que nunca le faltaría su auxilio y remedio. Es así como los trinitarios se consagraron desde aquel momento a Nuestra Señora del Remedio (o de los Remedios) como patrona de la redención, representándola con una pequeña bolsa en su mano derecha. A partir del Concilio de Trento, a la imagen se une el Niño Dios en la mano izquierda, incluso en muchas de las imágenes se elimina la bolsa con dinero, porque el Niño, Jesucristo, es realmente el precio de nuestra Redención, pagado por Dios para el rescate de toda la humanidad. Y ella, María, es y sigue siendo el Remedio para ese rescate, Corredentora y Medio de salvación.
En un sitio oficial de los religiosos trinitarios se reproduce el texto (evidentemente reducido y adaptado) de la Carta Apostólica Sacrarium Trinitatis Augustae -publicada en latín en AAS LIII (1961) 602-604- mediante la cual Juan XXIII proclama Patrona de la Orden Trinitaria a la Virgen del Buen Remedio
Los religiosos trinitarios, que tienen como fin especial el de honrar a la Trinidad divina con particular culto de devoción, promover esta fundamental devoción y ejercitar las obras de misericordia para socorrer a los necesitados, ya desde el origen de la Orden han venerado con singular devoción a la Virgen María, sagrario de la augusta Trinidad, bajo el título del "Buen Remedio".Las fotos que ilustran esta entrada corresponden a la iglesia de la Santísima Trinidad -sede de la parroquia homónima, atendida por los trinitarios-, ubicada sobre la avenida Cabildo de la ciudad de Buenos Aires.
En efecto, San Juan de Mata, padre, fundador y legislador, profesó una ardiente devoción a la Madre de Dios y, amparado en su protección, propagó y consolidó esta sagrada Orden, entregando a sus hijos, como muy rica herencia, la devoción mariana. Este culto especial a la Madre de Dios, la cual cura los males de cuantos recurren a ella con confianza, se ha mantenido a través de los siglos entre ellos, y aun hoy día está en todo vigor y se mantiene floreciente.
El Capítulo General de 1959, habiendo constatado que el culto a la Madre de Dios, transmitido por la tradición, era en efecto una devoción especialmente sentida en la Orden, manifestó, interpretando los sentimientos de todos los religiosos, el vivo deseo de que la ínclita Virgen María, venerada bajo el título indicado, fuese constituida por la autoridad de la Santa Sede, celestial Patrona de toda la Orden Trinitaria.
Por tanto, Nos, en la confianza de que esto avivará más a los miembros de esta familia religiosa a honrar con perenne y ardiente amor a la Virgen María, adornada con este dulce título y a que, movidos por su ejemplo, se dedicarán especialmente a llevar alivio y remedio a los más necesitados, determinamos acceder gustosamente a tal petición. Oído, por tanto, el parecer de la Sagrada Congregación de Ritos, con pleno conocimiento y tras maduro examen, en virtud de nuestra potestad y de la autoridad apostólica, por las presentes constituimos y declaramos a perpetuidad a la bienaventurada Virgen María bajo el título del "Buen Remedio", celestial Patrona principal, a la par que Santa Inés, virgen y mártir, de toda la Orden de la Santísima Trinidad, atribuyendo a su celebración todos los honores y privilegios que legítimamente competen a los patronos de las órdenes y congregaciones religiosas, y concediendo al mismo tiempo la autorización de celebrar todos los años su fiesta el día 8 del mes de octubre.
Dado en Roma, en San Pedro, el 10 de marzo de 1961, tercer año de nuestro pontificado.
Próxima entrada: 10 de octubre (Santo Tomás de Villanueva)
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