«Como los Apóstoles después de la Ascensión de Cristo, la Iglesia debe reunirse en el Cenáculo con «María, la madre de Jesús» (Hech 1, 14), para implorar el Espíritu y obtener fuerza y valor para cumplir el mandato misionero. También nosotros, mucho más que los Apóstoles, tenemos necesidad de ser transformados y guiados por el Espíritu.
(...) Toda la Iglesia es invitada a vivir más profundamente el misterio de Cristo, colaborando con gratitud en la obra de la salvación. Esto lo hace con María y como María, su madre y modelo: es ella, María, el ejemplo de aquel amor maternal que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres. Por esto, "la Iglesia, confortada por la presencia de Cristo, camina en el tiempo hacia la consumación de los siglos y va al encuentro del Señor que llega. Pero en este camino ... procede recorriendo de nuevo el itinerario realizado por la Virgen María".
A la "mediación de María, orientada plenamente hacia Cristo y encaminada a la revelación de su poder salvífico" confío la Iglesia y, en particular, aquellos que se dedican a cumplir el mandato misionero en el mundo de hoy».
(San Juan Pablo II, Encíclica Redemptoris Missio)
En el Mes de las Misiones, dedicamos la Memoria sabatina al mandato misionero y compartimos una imagen de la iglesia Mater Misericordiae.
Próxima entrada: 25 de octubre (Domingo XXX per annum)
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