Entre las numerosísimas advocaciones marianas que se veneran en nuestros templos, encontramos a la Virgen de la Puerta, de origen peruano, cuya fiesta se celebra hoy.
La placa a los pies de la imagen explica algunos detalles de esta advocación:
La historia de la Virgen de la Puerta comienza con un caso de piratería, ocurrido en la ciudad de Trujillo. En 1674 apareció a la altura de Huanchaco una flota pirata que ya había cometido crímenes en el puerto de Guayaquil y en la entonces próspera villa de Saña, hoy desaparecida, donde falleciera en 1606 el Arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo.
Los habitantes de Trujillo quedaron atemorizados con la aproximación de esa flota y enviaron emisarios a todas las ciudades y villas de la región, entre ellas a Otuzco, situada en la sierra, a 70 kilómetros de distancia.
Los vecinos del pueblo, como no disponían de murallas ni contaban con otras posibilidades de defensa, decidieron recurrir a la Virgen María: colocaron en la puerta de la ciudad una imagen de Nuestra Señora de la Concepción, devoción que las órdenes religiosas habían popularizado mucho antes de la proclamación del dogma en 1854.
Había en Otuzco una ermita dedicada a la Virgen de la Concepción, debida a la devoción de una ilustre dama, Doña Florencia Mora de Sandoval. Pero curiosamente no fue esa imagen, la Patrona de la ciudad, la que se colocó en la puerta, pues una costumbre del Virreinato exigía que ella saliese de su altar en la iglesia solamente para la procesión en el día de su fiesta. Respetuosos de esa costumbre, los habitantes de Otuzco no quisieron retirar a la Patrona de su lugar, ni siquiera ante esa inminente calamidad. Por ello quedó defendiendo la puerta de la ciudad otra imagen de Nuestra Señora de la Concepción, traída años antes de Venezuela para realizar procesiones fuera de los días de fiesta oficial. Después de colocarla en el lugar donde se esperaba en cualquier momento la aparición de los piratas, la población invocó la protección maternal de María Santísima, orando por tres días y tres noches a los pies de la imagen, mientras aguardaban el temido ataque.
Sin embargo, los piratas (protestantes holandeses, cuya superioridad numérica y de fuerza era evidente) ni siquiera desembarcaron. Hasta hoy ningún historiador consiguió presentar una explicación natural convincente para el hecho. Lo cierto es que la ciudad de Trujillo, y los pueblos de Huanchaco y Otuzco fueron preservados de cualquier ataque de los terribles piratas, gracias a la Virgen de la Puerta.
Las fotos las tomé en la iglesia de la Consolata.
Próxima entrada: 17 de diciembre (San Juan de Mata)
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