En esta foto, que tomamos en septiembre de 2019 en la Catedral de Córdoba, pueden verse tres vitrales. El central representa a la Virgen María en su Asunción (Titular de este templo), y a ambos lados aparecen los apóstoles San Pedro y San Pablo, a quienes honramos en la solemnidad de hoy.
Transcribimos la Segunda Lectura del Oficio de Lecturas ¹:
ESTOS MÁRTIRES, EN SU PREDICACIÓN,
DABAN TESTIMONIO DE LO QUE HABÍAN VISTO
El día de hoy es para nosotros sagrado,
porque en él celebramos el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo.
No nos referimos, ciertamente, a unos mártires desconocidos. A toda la
tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Estos
mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían visto y, con
un desinterés absoluto, dieron a conocer la verdad hasta morir por
ella.
San Pedro, el primero de los apóstoles,
que amaba ardientemente a Cristo, y que llegó a oír de él estas palabras:
Ahora te digo yo "Tú eres Pedro". Él había dicho antes: Tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Cristo le replicó: "Ahora te
digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre
esta piedra edificaré esta misma fe que profesas. Sobre esta afirmación
que tú has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi
Iglesia. Porque tú eres Pedro. "Pedro", una palabra que se deriva de
piedra, y no al revés. "Pedro" viene de "piedra", del
mismo modo que "cristiano" viene de "Cristo,". El Señor
Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que
dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó
la totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que
él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo
escuchar estas palabras: Te daré las llaves del reino de los cielos.
Porque estas llaves las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única. De
ahí la excelencia de la persona de Pedro en cuanto que él representaba la
universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego,
tratándose de algo que ha sido entregado a todos. Pues sepáis que la
Iglesia ha recibido las llaves del reino de los cielos, escuchad lo que el
Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo.
Y a continuación: A quienes les perdonéis los pecados les serán perdonados y
a quienes se los retengáis les quedan retenidos.
En este mismo sentido, el Señor,
después de su resurrección, encomendó también a Pedro sus ovejas para que
las apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos que tuviera
el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho
de referirse a uno solo, quiso significar con ello la unidad de la
Iglesia; y, si se dirige a Pedro con preferencia a los demás, es porque
Pedro es el primero entre los apóstoles. No te entristezcas, apóstol;
responde una vez, responde dos, responde tres. Venza por tres veces tu
profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu presunción.
Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata
por el amor lo que habías ligado por el temor. A pesar de su debilidad,
por primera, por segunda y por tercera vez encomendó el Señor sus ovejas a
Pedro. En un solo día celebramos el martirio de los dos apóstoles. Es que ambos
eran en realidad una sola cosa, aunque fueran martirizados en días
diversos. Primero lo fue Pedro, luego Pablo.
Celebramos la fiesta del día
de hoy, sagrado para nosotros por la sangre de los apóstoles. Procuremos
imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su
doctrina.
¹ De los sermones de San Agustín, obispo - Sermón 295, 1-2. 4. 7-8: PL 38,1348-1352
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