25 de septiembre de 2023

25 de septiembre: Santo Niño de La Guardia

¿Leyenda o realidad? La figura del Santo Niño de La Guardia, también llamado San Cristobalito, es controversial por diversos motivos, y el primero de ellos es que algunos ponen en duda la existencia real del infante, cuyo martirio, sin embargo, está documentado. 



Nosotros nos ceñiremos a la información que acerca de este santo aporta la Arquidiócesis de Madrid (página consultada en abril de este año) en su calendario, el 25 de septiembre:

«El mundo de la literatura ha dejado constancia de este terrible suceso del siglo XV en los alrededores de Toledo. Lope escribió "El Niño Inocente" y Quevedo se ocupó de él, proponiendo en carta escrita al rey se dignase disponer las cosas para que el santo Niño compartiera el patronato de España con Santiago; afirmaba que "puede interceder a Dios, como no puede otro alguno, por la pasión que Cristo pasó por él y por la que él pasó por Cristo".

Ya en el año 1501 hay referencias a los lugares de culto en los que se le venera que son los mismos en los que sufrió y fue enterrado. La Guardia lo tomó por Patrón (...).  Consta la veneración que los reyes Fernando V, Carlos I y Felipe II le tuvieron. Y se sabe que el papa Pío VII confirmó su culto en 1805.

El siglo XV está plagado de problemas enconados y agudos suscitados por los conversos del judaísmo; motivaron la predicación de Vicente Ferrer y de otros muchos; salieron a la luz disposiciones eclesiásticas y leyes civiles porque hubo persecuciones con matanzas. Se produce un repetido intento sincero para facilitar conversiones al cristianismo; partía la iniciativa de un verdadero afán apostólico, pero al tener siempre pobres o nulos resultados, ni el poder político ni el militar pudieron mantenerse al margen ni sustraer la atención a los hechos. Hubo falsos conversos que seguían practicando un judaísmo casero con repercusiones en el orden social. Los Reyes Católicos, fracasados los esfuerzos persuasorios del 1478, solicitaron del papa Sixto IV la bula para establecer la Inquisición; en el 1480 ya quedaba nombrado el tribunal, pero no por ello estaba asegurado el orden (...)». Hubo alborotos en varias ciudades, con mayor virulencia en Toledo entre 1486 y 1488.

«En los hechos luctuosos de Toledo que terminaron con el martirio del Niño intervinieron once personajes; cinco eran judíos y seis judaizantes», cuyos nombres se conservan.

En esa ciudad tenían lugar  periódicamente actos de penitencia pública humillante de judaizantes. Esta situación generó miedo, odio y sed de venganza.

«A mitad del 1487 o del 1488, Alonso Franco tuvo que hacer penitencia pública en castigo por haber judaizado (...) Se sintió tan humillado que, en compañía de sus hermanos, concibe un plan de venganza (...). Como se decía que el médico de Tembleque conocía el remedio, van a verle y a pedirle consejo; les dice que se hagan con un muchacho. Raptaron en la puerta del Perdón de la Catedral de Toledo al niño de 4 años, hijo de Alonso de Pasamontes (en algún lugar reza como Alonso Martín de Quintanar) y de Juana la Guindera. ¿Qué intentan? Se han confabulado para reproducir en la criatura toda la Pasión de Cristo. Era una diabólica idea que andaba errática por la Europa del tiempo y que acarreó la muerte injusta y cruel de muchos niños.

Lo llevaron al lugar llamado La Hoz de la Guardia» y el Viernes Santo,  al oscurecer,  «abofetean a la criatura, le escupen, le ponen corona de espinas y azotan sus espaldas. El rito se hace pronunciando sortilegios blasfemos. Crucifican al niño, le sacan el corazón con un cuchillo, y llevan su cadáver a enterrar en secreto a un lugar próximo a Santa María de Pera». Un sacristán les facilitó -de la iglesia que tenía bajo su custodia- una forma consagrada para «el rito sacrílego mágico que conminaba la muerte de los inquisidores y de todos los cristianos».

«No conseguido el efecto intentado, deciden llevar el corazón del niño con otra hostia consagrada a Zamora donde saben que vive un importante judío sabio para que realice el sortilegio de manera eficaz. Sorprendidos en el camino, confesaron el hecho».

Este triste episodio de la historia acentuó el encono de las posturas religiosas y tuvo influencia en la expulsión de los judíos en 1492.

La Orden Trinitaria propagó el culto del Santo Niño de La Guardia; en muchas imágenes (como la que vemos hoy) aparece vestido con el hábito de la Orden, pues se dice que el niño habría llevado la indumentaria trinitaria por devoción de sus padres, cosa bastante frecuente en su momento. Por otra parte, el santuario de Toledo dedicado al Santo Niño pasó a manos de los trinitarios en 1587, lo que originó que se extendiera su devoción en el interior de las casas trinitarias españolas. 

Los Trinitarios, que tenían un convento en La Guardia, fueron capellanes de la ermita levantada pocos años después del martirio en honor del Santo Niño. Entre los guardianes más famosos se encuentran San Simón de Rojas, que fue uno de los más grandes propagadores de la devoción, y San Juan Bautista de la Concepción, que durante los primeros años de su ministerio fue predicador en La Guardia.

La Memoria del Santo Niño de La Guardia se celebró allí el día de los Santos Inocentes, el 25 de marzo o en la semana de Quasimodo (primera de Pascua); sólo desde 1580 se votó para que su fiesta se celebrase en adelante el 25 de septiembre de cada año.

El vitral corresponde a la iglesia parroquial de la Santísima Trinidad, en Buenos Aires.

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