Hoy celebramos a Nuestra Señora de Nieva, una advocación mariana de origen español, que echó raíces también en la ciudad argentina de Córdoba, en cuya catedral tomamos en 2019 las fotos de esta entrada.
La imagen original era muy antigua, y aunque no se conoce con seguridad el tiempo de su procedencia, en todo caso es anterior a 1392, año en que fue hallada de un modo milagroso, como veremos.
Tras la invasión árabe de Hispania, los sarracenos conquistaron ciudades y profanaron templos cristianos, destruyendo todo lo que no les interesaba. Por ello, el pueblo fiel trasladó o escondió muchas imágenes sagradas, con la esperanza de salvarlas del sacrilegio. Quizás eso fue lo que ocurrió con la Virgen de Nieva.
Una mañana, mientras estaba con sus ovejas, se le apareció la Virgen María, quien le encomendó la misión de ir a Segovia para informar al obispo que viniera a desenterrar una imagen suya que allí se encontraba y levantara un altar en el lugar.
La Virgen mandó a Pedro que golpeara en el suelo con su cayado y al instante brotó agua para calmar la sed de sus ovejas; la fuente sigue existiendo en el lugar denominado Fuente Santa.
Mientras la Señora cuidaba de su ganado, Pedro partió hacia Segovia a cumplir la misión encomendada. No sin superar las lógicas dificultades de la misión, y tras hacer llegar al prelado un signo milagroso enviado por la Virgen, Pedro pudo finalmente informar al obispo de lo sucedido.
La imagen que se venera en una hermosa capílla lateral de la Catedral de Córdoba fue tallada en 1794 en España, llevada por indicación del Obispo de Córdoba (entonces monseñor Ángel Mariano Moscoso Pérez y Oblitas) al santuario de Segovia y "tocada" en la original española, que desgraciadamente ya no existe, ya que se quemó en un incendio en 1900.
En una publicación oficial de la Catedral de Córdoba se relata además que «en vísperas de la Navidad de 1795, Pedro Lucas de Allende pidió se designara a Nuestra Señora de Nieva, Patrona y Protectora de Córdoba en las tempestades. El Cabildo aceptó el 27 de diciembre, pero debía pedirse la opinión al Obispo, la que resultó favorable. Se oponía el Gobernador Intendente Sobremonte. El Pbro. Dr. Miguel Calixto del Corro, destacada figura de la Universidad y de la Iglesia, uno de los cuatro diputados enviados por Córdoba, en 1816, al Congreso de Tucumán, contó en distintas oportunidades que la negativa del Gobernador fue superada cuando una violenta tormenta descargó un rayo sobre la casa de familia del mismo, y sólo destruyó un reloj».
De una Novena de Nuestra Señora de Nieva del año 1780, cuya portada vemos bajo estas líneas, tomamos una bella poesía (los "Gozos"), que transcribimos al final de esta entrada.
Pues sois Madre poderosa
en quien todos esperamos,
Vuestro socorro imploramos,
Soterraña prodigiosa.
Mar inmenso, inalterable,
de milagros y portentos
reconocemos atentos
en vuestro nombre admirable:
Por tanto, Virgen gloriosa,
cuyo poder admiramos,
Vuestro socorro imploramos,
Soterraña prodigiosa.
Amante Reina del Cielo,
Lumbre, Norte, Estrella y Guía,
Iris y Dulce María,
atended a nuestro celo.
Y pues sois querida Esposa
de un Dios a quien adoramos,
Vuestro socorro imploramos,
Soterraña prodigiosa.
Raro portento y hazaña:
centellas, rayos y truenos,
nos dejan luego serenos
nombrando a la Soterraña,
de Nieva la Milagrosa,
que en su Trono veneramos;
Vuestro socorro imploramos,
Soterraña prodigiosa.
Invocada asistís luego,
y con piedad peregrina,
detenéis la ira divina,
y su actividad al fuego:
obra es sin duda pasmosa
y así lo experimentamos.
Vuestro socorro imploramos,
Soterraña prodigiosa.
A la más blanca Azucena,
a la Flor más escogida,
a la Vara más florida,
a la Hermosa, aunque morena,
a Vos, oh cándida Rosa,
estos cultos consagramos:
Vuestro socorro imploramos,
Soterraña prodigiosa.
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