Pese a la extraordinaria devoción de que es objeto Santa Tecla, lamentablemente ignoramos casi todo acerca de ella. Lo que sabemos sobre su vida procede de un texto apócrifo del siglo II, los Hechos de Pablo y Tecla.
Según esa narración, Tecla era una virgen de Iconio que se convirtió al cristianismo y, seducida por la predicación del Apóstol, se consagró a la virginidad perpetua, rompiendo con su prometido pagano, que la denunció ante los tribunales.
Salvada milagrosamente de la muerte en la hoguera a la que había sido condenada, fue con San Pablo a Antioquía de Pisidia, donde, arrojada a las fieras, fue nuevamente salvada de la muerte de modo milagroso. Después se trasladó a Myra, donde estaba el Apóstol, y finalmente a Seleucia, donde murió.
A pesar del carácter puramente legendario de toda la historia, no es imposible que esté relacionada con un personaje histórico. Quizás se trate de una virgen convertida por San Pablo que luego, como muchas otras mujeres de la época apostólica y posterior, colaboró en la obra evangelizadora.
En la imagen, que se venera en la iglesia ortodoxa de San Jorge, Santa Tecla (que está junto a María Magdalena) sostiene un pergamino con un texto que dice:
"Te anhelo, mi Esposo,
y por ti sufro
para poder reinar contigo".
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