30 de noviembre de 2017

30 de noviembre: Fiesta de San Andrés

La que ilustra nuestra entrada de hoy es una imagen de San Andrés que se venera en la iglesia a él dedicada en la localidad bonaerense de San Andrés de Giles.

El apóstol es representado con la cruz en aspa en la que, según la tradición, sufrió el martirio. 

Muchos títulos justifican la extraordinaria devoción de que, desde tiempos muy antiguos, es objeto San Andrés, tanto en la Iglesia de Oriente como en la de Occidente. En efecto, es “el primer llamado” por Jesús al ministerio apostólico, y hermano carnal de Pedro, a quien introduce en el seguimiento de Cristo (cfr. Jn 1, 35-42); además, el haber muerto crucificado, y el amor por la cruz que le atribuye la tradición, lo hacen particularmente cercano al Maestro.  

Tuvo el raro privilegio de ser nombrado, junto a Pedro y Pablo, en el embolismo del Padrenuestro de la Misa (hasta la reforma del Misal Romano).  En el Canon Romano, ocupa aun hoy el primer lugar después de los Príncipes de los Apóstoles, desde los tiempos de San Gregorio Magno.

La tradición popular, no documentada pero muy antigua, le ha asignado un campo de apostolado en Grecia (otras versiones indican la costa del Mar Negro, el Cáucaso, etc., pero prevalece la que menciona a Grecia).  Habría sido crucificado en Patrás de Acaya alrededor del año 60. La Iglesia de Oriente considera a Andrés como su Fundador. 

Los “Hechos de Andrés”, libro apócrifo de los primeros tiempos cristianos, no sólo nos cuentan con detalle la pasión y la muerte del apóstol,  sino que conservan incluso muchas de las palabras que habría dirigido a su juez,  al pueblo que contemplaba el suplicio, y a la cruz: 
«¡Oh cruz, instrumento de salud del Altísimo!  ¡Oh cruz, signo de victoria de Cristo sobre sus enemigos! ¡Oh cruz plantada en la tierra y que fructificas en el cielo! ¡Oh nombre de la cruz que abarcas en ti al universo! ¡Salve, cruz, que  has unido al mundo en toda su extensión!». 
En la antífona del Benedictus de la Liturgia de las Horas  se lee este texto, procedente de la passio latina:  

«Salve, oh cruz preciosa, 
recibe al discípulo de aquel que en ti estuvo clavado, 
Cristo, mi maestro». 

El himno de Laudes, «Captátor olim píscium», compuesto por San Pedro Damián en el siglo XI, también recoge el tema de la cruz:
«Tú, hermano de Pedro, obtuviste su misma muerte, 
pues la cruz engendró para el Cielo 
a los que habíais nacido de una misma carne».

Según la tradición, la cruz tenía forma de “X” (“aspada”), como en la imagen que ilustra esta entrada. Esa cruz no sólo se transformó en su atributo iconográfico principal, sino que es conocida popularmente como “cruz de San Andrés”.

Los restos de San Andrés se veneraron en Constantinopla desde el siglo IV y fueron trasladados a Amalfi a comienzos del siglo XIII.  Su cabeza, llevada a Roma en el año 1462, fue colocada en la Basílica de San Pedro,  pero el papa Pablo VI, como gesto ecuménico, la devolvió a la Iglesia greco-ortodoxa en 1964.

Próxima entrada: 4 de diciembre (Santa Bárbara)

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