24 de agosto de 2018

24 de agosto: Fiesta de San Bartolomé

Volvemos a la iglesia armenia apostólica dedicada a San Gregorio Iluminador, esta vez para honrar a San Bartolomé en el día que la Liturgia latina celebra su fiesta. San Bartolomé está muy presente en ese templo, junto con San Tadeo, ya que la tradición señala que ambos apóstoles evangelizaron la actual Armenia. Son representados juntos en este hermoso vitral.


Casi nada sabemos con certeza acerca de Bartolomé: aunque su nombre es mencionado en las cuatro listas de los Doce, no vuelve a aparecer en el Nuevo Testamento, salvo que contemos la breve intervención de Natanael (Jn 1, 45-51) a quien suele identificarse con Bartolomé (de hecho, esa perícopa es el Evangelio de la misa de hoy). Todo lo demás acerca de este apóstol, incluyendo la célebre forma de su martirio (según la tradición fue desollado vivo) pertenece al ámbito de la leyenda y la piedad popular.


En la imagen que vemos, Bartolomé aparece con el tradicional instrumento de su martirio, y un libro en la otra mano. 

Respecto del libro, nos permitimos arriesgar una hipótesis: podría tratarse del Evangelio apócrifo atribuido a San Bartolomé; y la presencia de la Virgen en la portada podría deberse a que esa obra (que «no contiene en general errores dogmáticos» ¹) dedica varias páginas a la Madre de Dios.  Bartolomé tiene la iniciativa de preguntarle en nombre de todos los Apóstoles «cómo concibió al Señor y cómo pudo llevar en su seno y dar a luz al que no puede ser gestado»; la llama «llena de gracia» y «Tabernáculo del Altísimo», y en una ferviente súplica dirigida al Señor, lo invoca diciendo: «Jesucristo, lucero inextinguible, creador de la luz eterna, tú ... has dado la gracia universal a todos los que te aman y ... nos has otorgado por medio de la Virgen María el fulgor perenne de tu presencia en este mundo».

Oración colecta

Padre, fortalece en nosotros la fe
por la cual el apóstol San Bartolomé
se unió profundamente a tu Hijo,
y concédenos, por sus ruegos,
que tu Iglesia sea sacramento de salvación 
para todos los pueblos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.



¹ Aurelio Santos Otero, "Los Evangelios Apócrifos", 10a. ed. (BAC, Madrid, 1999)

Próxima entrada: 28 de agosto (San Agustín)

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